La hipótesis del contacto de Gordon Allport, una teoría ampliamente reconocida que sugiere que los prejuicios sociales entre grupos pueden aliviarse mediante la cooperación significativa entre estos, a menudo sirve como base para las desarrollar estrategias en el mundo real diseñadas para facilitar la convivencia entre las personas y la paz. Así, basados en parte en esta idea, instituciones de todo el mundo gastan anualmente miles de millones a nivel mundial en programas de construcción de paz enfocados en la exposición de ciertos colectivos a otros grupos externos.
Los estudios empíricos que evalúan críticamente los supuestos de la teoría de Allport son casi inexistentes.
Sin embargo, los estudios empíricos que evalúan críticamente los supuestos de la teoría de Allport son casi inexistentes. Es por ello que ahora, en un experimento de campo diseñado para evaluar dicha teoría y contrastar si el contacto intergrupal puede generar cohesión social después de la guerra en Irak, Salma Mousa, del Laboratorio para las Políticas de Inmigración y el Centro para la Democracia, el Desarrollo y el Estado de Derecho de la Universidad de Stanford, intervino en una liga de fútbol amateur donde los jugadores cristianos iraquíes desplazados por ISIS fueron asignados al azar a diferentes equipos: algunos a un equipo totalmente cristiano; otros a un equipo mixto con tres jugadores musulmanes.
Después de jugar la liga, Mousa evaluó los comportamientos de los jugadores, así como un conjunto de resultados centrados en las actitudes de los mismos. La investigadora descubrió que, en efecto, tener un equipo mixto favorecía que los jugadores cristianos cambiaran su comportamiento respecto a sus compañeros musulmanes, pero que sin embargo, esto solo ocurría en formas relacionadas con el fútbol.

De hecho, la investigación, la cual buscaba analizar rigurosamente la hipótesis del contacto -una teoría bastante relevante de cara al establecimiento de políticas varias, y en la cual se apoya gran parte de la financiación para los programas de integración social- también reveló las limitaciones de esta hipótesis. Así, las mejoras de comportamiento desarrolladas en la liga de fútbol no se generalizaron a entornos más amplios ajenos a este deporte, según mostró el estudio que se ha publicado esta semana en la revistaScience bajo el título Building social cohesion between Christians and Muslims through soccer in post-ISIS Iraq
Aunque en equipos mixtos los jugadores cristianos se volvieron más propensos a otorgar premios a la deportividad a los jugadores musulmanes y continuar jugando y entrenando con ellos después de la liga, tras las encuestas y seguimiento realizados, Mousa afirma que "no ocurrió lo mismo en cuanto a cambios de actitud general". "Los cambios de comportamiento observados no se extendieron a otros contextos sociales con desconocidos musulmanes, ni se tradujeron en acciones como asistir a un restaurante musulmán o un evento social mixto con extraños", añade.
Las mejoras de comportamiento desarrolladas en la liga de fútbol no se generalizaron a entornos más amplios ajenos a este deporte
En otro artículo paralelo titulado Can playing together help us live together? , Elizabeth Levy Paluck y Chelsey S. Clarksubrayan del mismo modo que la investigación de Mousa no otorga solidez a la hipótesis del contacto, ni ha demostrado causa y efecto en intervenciones en el mundo real".
Más allá del deporte
En este caso las autoras sugieren que una de las razones por las que los efectos conductuales positivos pueden no haberse generalizado fuera del contexto de la liga de fútbol es que estos se limitaron a comportamientos concretos, y no a actitudes generales más allá de un ámbito deportivo, un hallazgo consistente con otras investigaciones recientes sobre reducción de prejuicios. En su escrito declaran que: "futuras investigaciones podrían aclarar si es que las actitudes son simplemente más difíciles de cambiar que los comportamientos" a la vez que ponen en tela de juicio si la investigación actual se ha centrado en las actitudes correctas.
Por otra parte, los hallazgos del estudio de Mousa destacan los límites del empleo de estrategias de intervenciones intergrupales para, en este caso, lograr la paz de posguerra. Los trabajos futuros -coinciden las autoras de ambos estudios- deberían explorar hasta qué punto la cohesión localizada puede proteger a las comunidades relacionadas de, por ejemplo, resurgimientos de la violencia étnica así como plantearse si se están dedicando esfuerzos en vano para construir algo tan laborioso y delicado como es la paz.