Hay más de 2.500 variedades de mosquitos distribuidas en todas las partes del mundo, a excepción de la Antártida. Su presencia es notable no solo por su omnipresencia, sino también por su potencial mortalidad. Este insecto, de hecho, es considerado el ser vivo más mortífero que hay, siendo responsable de la muerte de más de 725.000 personas anualmente.

Sin embargo, son solo las hembras las que pican, pues necesitan sangre para que sus óvulos crezcan y maduren.

¿A QUIÉNES PICAN LOS MOSQUITOS?

Si bien los mosquitos hembra pican a todo el mundo, sí que es cierto que hay algunas pequeñas preferencias. Más allá de mitos y leyendas, básicamente todo estriba en el tipo de sustancias químicas que exuda nuestra piel.

Así, los mosquitos se sienten más atraídos por aquellos con niveles más altos de ácido láctico en la piel. Esto es porque el ácido láctico les ayuda a identificar a las personas con sangre tipo O, la cual les proporciona una mejor nutrición comparada con los tipos A o B. Por lo tanto, aquellos con sangre tipo O suelen ser blanco de los mosquitos el doble de veces que los individuos con otros tipos de sangre.

El 85% de la probabilidad de ser picado por un mosquito se debe en gran medida a este factor: el tipo de sangre determinado por las sustancias químicas naturales que liberamos. Aunque los demás factores son casi insignificantes, es útil conocerlos si ello nos ayuda a evitar la próxima picadura.

OLOR CORPORAL

Cuando dejamos de lado nuestra higiene personal, los niveles bacterianos de nuestra piel se disparan. Esto puede generar miradas de desaprobación en espacios públicos, pero a su vez nos hace menos atractivos para los mosquitos. Además, estos insectos se sienten atraídos por los desodorantes, perfumes, jabones y otras fragancias.

No obstante, evitar la ducha no es una solución infalible para repeler a estos insectos. Si nuestros pies desprenden un olor desagradable, esto es como un imán para los mosquitos, pues en los pies sucios se desarrolla una bacteria similar a la que madura ciertos quesos y produce su corteza. Además, si sudamos, liberamos sustancias como el ácido láctico, que como mencionamos anteriormente, atrae a los mosquitos.

Finalmente, otro factor que nos hace irresistibles a los mosquitos es la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que emitimos. Las hembras de mosquito pueden detectarlo a más de 60 metros de distancia. Así que, cuanta más cantidad de CO2 exhalamos, más nos convertimos en un blanco atractivo.

¿Y cómo incrementamos la emisión de este gas? Principalmente cuando realizamos esfuerzos físicos, al jadear, hablar demasiado, gritar y, sobre todo, al hacer ejercicio. Esto último atrae a los mosquitos no solo porque emitimos más CO2 debido a la frecuencia de la respiración y al volumen de aire espirado, sino también porque la temperatura de nuestro cuerpo se eleva, proporcionando un indicador térmico claro. ¡Y para colmo, sudamos! Por estos motivos, las mujeres embarazadas sufren el doble de picaduras que una persona promedio: en promedio, respiran un 20% más de CO2 y su temperatura corporal es ligeramente más alta.

COLORES VIVOS

A pesar de todo, no es suficiente con camuflarse para que los mosquitos no nos huelan, porque también cazan valiéndose de la visión. En ese sentido, los mosquitos tienden a sentir más atracción por la ropa de colores vivos. De esta manera, según un estudio de la Universidad de Florida, estos son sus colores predilectos: negro (el más atractivo), rojo (muy atractivo), gris y azul (neutral), verde y amarillo (menos atractivo).

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