¿Por qué, si el cerebro nos empuja a comer a todos, algunas personas engordan más que otras? Los humanos que hace miles de años tenían la capacidad de comer más cuando había alimento, y de este modo almacenar más grasa, eran los que tenían más probabilidades de sobrevivir. O dicho de otro modo, almacenar grasa permitía sobrevivir en periodos de escasez. Es por esta razón que han sobrevivido especialmente los genes que permiten el almacenamiento, es decir, es más normal estar preparado para engordar que para adelgazar.

Grasas que queman calorías

Al comer demasiado y no quemar lo suficiente, la grasa se deposita en el vientre, los muslos, los brazos… Pero hay otro tipo de grasa, la marrón o parda, que se sitúa en la parte superior de la espalda y en el cuello, y tiene la capacidad de quemar energía. Los bebés la almacenan en cantidades importantes y con la edad se va perdiendo.

Las personas con más grasa parda tienden a ser más delgadas.

Su misión es crear calor para regular nuestra temperatura cuando hace frío. Lo curioso es que, para lograrlo, usa como combustible triglicéridos (grasa) y glucosa, es decir, quema calorías. Las investigaciones sugieren que las personas con más grasa parda tienden a ser más delgadas. Pero la tendencia, debido a que la evolución ha premiado a los organismos ahorradores de energía, es que las personas acumulen poca grasa parda y mucha grasa blanca.

Activar los adipocitos beige

Se ha descubierto recientemente un tercer tipo de adipocito, denominada grasa beige. Estos adipocitos se encuentran en los depósitos blancos, pero tienen también un potencial termogénico alto. La comunidad científica está estudiando cómo activarlos mediante medicamentos para luchar contra la obesidad.