La primera tarea del fotógrafo Craig Burrows es elegir una flor, escudriñando en parques y grietas de la calzada. Cuando localiza una buena candidata –con cuerpo y textura compleja–, se la lleva a casa. Si no da con el espécimen que desea, la cultiva él mismo en su jardín.

Burrows vive cerca de Los Ángeles, un entorno perfecto por su diversidad botánica. Desde 2014 retrata flores con una técnica denominada fo­­tografía de fluorescencia visible inducida por radiación ultravioleta (UVIVF, por sus siglas en inglés). Este método hace visibles los espectaculares colores que emite una flor cuando está expuesta a la luz ultravioleta.

Desde 2014 retrata flores con una técnica denominada fo­­tografía de fluorescencia visible inducida por radiación ultravioleta

Los pigmentos normales cobran nueva vida y aparecen unos tonos que uno imaginaría más propios de la flora de otro planeta. Las margaritas y los girasoles suelen presentar las fluorescencias más llamativas, con pigmentos que refulgen en colores vibrantes. Muchas flores revelan aspectos inapreciables bajo una iluminación convencional.

La técnica UVIVF requiere una oscuridad casi absoluta y la perfecta inmovilidad de las plantas. Obviamente las flores no salen corriendo al ver la cámara, pero en una exposición de 20 segundos de duración siempre pueden moverse, doblarse o girarse. Burrows contiene el aliento en el ínterin, consciente de que una simple exhalación o un mínimo movimiento del polvo pueden introducir partículas distractoras o hacer que la imagen salga borrosa. El resultado es una serie de luminosos retratos botánicos salpicados de destellos.

«No creo nada especial –dice Burrows–. Lo que hago es encontrar algo que tenemos delante de nosotros y compartirlo de una forma que las demás personas todavía no han visto nunca». Muchas veces, añade, las cosas más interesantes están ocultas ante nuestros propios ojos.