¿De qué color era el imponente T.Rex, el contundente Triceratops, el temido Spinosaurus o el acorazado nodosaurio? Reconstruir toda una especie a partir únicamente del registro fósil es una tarea ardua, pero adivinar el color es todavía más complicado, pues aun en restos muy bien conservados, los pigmentos se deterioran muy rápidamente.
Hasta la fecha los investigadores se valían de algunas alternativas para tratar de deducirlo, entre ellos la búsqueda de melanosomas, los orgánulos de las células animales responsables de la fabricación y el almacenamiento de pigmentos, cuya organización es una pista indicativa de la presencia de coloración.
La nueva investigación, publicada este mes en la revista Nature Communications, añade una nueva técnica que podría ayudar a aclarar el rompecabezas que supone esa búsqueda de color. Los científicos analizaron dos fósiles bien conservados de ratón de campo, a los sometieron a un exhaustivo análisis en busca de feomelanina, el pigmento rojo que da coloración a las plumas de algunas aves, como los pollos, a la piel del tigre y a las pecas de los humanos. El equipo llegó a esta conclusión después de un estudio anterior en busca de aumelanina, el pigmento negro presente en el plumaje de los dinosaurios alados del género Archaeopteryx.
Equipo multidisciplinar
Los científicos realizaron un esfuerzo transversal y minucioso, involucrando a especialistas de distintos campos, desde la paleontología hasta la química orgánica y la geoquímica. "Al trabajar en equipo, pudimos descubrir por primera vez rastros químicos de pigmento rojo en material animal fósil", declara Roy Wogelius, geoquímico y coautor del estudio.
Para encontrar los restos de feomelanina, los paleontólogos se valieron primero de una escáner de rayos X especial que reveló la estructura química del fósil, que permitió a los científicos elaborar un mapa de los diferentes componentes encontrados en su piel, como el azufre o el cobre. Después, usaron un espectroscopio para ampliar el foco en busca de dos elementos clave: cinc y azufre, que se sabe están asociados con la presencia de feomelanina en mamíferos y aves actuales.
Los científicos primero realizaron un escáner de rayos X y posteriormente usaron un espectroscopio para buscar dos elementos clave, el cinc y el azufre
Más que en sus conclusiones, la importancia de este experimento radica en el proceso que las hace posibles. Algunas aproximaciones anteriores para detectar el color habían acabando destruyendo parte de las muestras, pero este método, aseguran sus descubridores, conserva el estado de los fósiles, lo que permite realizar un mapeo completo de los restos sin perder ninguna pista. "Ahora sabemos cómo tenemos que buscar en el futuro, con la esperanza de que nuestras conclusiones nos permitan reconstruir la fisonomía de animales extintos, dándole otra dimensión al estudio de la evolución". Preparémonos para desvelar los colores de todo un mundo prehistórico.