Si alguna vez te has preguntado de dónde viene la curiosa forma de nuestra nariz, un nuevo estudio parece tener la respuesta.

En un documento recién publicado en Communications Biology, científicos de Argentina, Reino Unido, China, Francia, Chile, Perú, Colombia, México, Alemania y Brasil han descubierto que nuestros antepasados heredaron ADN neandertal que influyó en la estructura de nuestras narices. Una modificación que permitió a nuestros ancestros el mudarse a otras regiones más frías.

El análisis examinó información de más de 6.000 participantes latinoamericanos con raíces europeas, indígenas americanas y africanas, quienes formaron parte del proyecto CANDELA liderado por la University College de Londres (UCL). Este estudio incluyó individuos de Brasil, Colombia, Chile, México y Perú, concluyendo que un gen concreto dio lugar a una nariz más alta (o más larga, midiendo de arriba abajo).

Y es que, habida cuenta de que la nariz nos permite regular la temperatura y la humedad del aire que respiramos, es posible que las diferentes formas de nariz se adapten mejor a los distintos climas en los que vivían nuestros antepasados.

COTEJANDO CARAS Y GENES

Los investigadores cotejaron la información genética de los participantes con imágenes de sus caras, enfocándose en las distancias entre ciertos puntos faciales, como la punta de la nariz y el borde de los labios, para analizar cómo diferentes características faciales se vinculaban con la presencia de distintos marcadores genéticos. 

De esta manera, se hallaron 33 regiones genómicas relacionadas con la forma del rostro, 26 de las cuales pudieron compararse con datos de otras etnias, obtenidos de participantes de Asia oriental, Europa y África.

En una región específica del genoma, llamada ATF3, los investigadores encontraron que muchas personas del estudio con ascendencia nativa americana (y otras con ascendencia de Asia oriental de otra muestra) poseían material genético heredado de neandertales en este gen, lo cual se relacionaba con una mayor altura nasal. Asimismo, descubrieron que esta región genética mostraba indicios de selección natural, lo que indica que proporcionaba una ventaja a quienes portaban dicho material genético.

NEANDERTALES Y DENISOVANOS

Los neandertales eran una especie de homínidos que habitaron Europa y Asia occidental hace aproximadamente entre 400.000 y 40.000 años. Los humanos modernos comparten entre un 1% y un 2% de ADN con los neandertales, debido a la reproducción entre ambas especies hace aproximadamente 50.000 a 60.000 años.

Los humanos modernos (Homo sapiens) se mezclaron con neandertales y denisovanos a medida que se encontraron durante la expansión de los Homo sapiens fuera de África. Así que no es extraño que este reciente hallazgo represente el segundo descubrimiento de cómo el ADN procedente de humanos arcaicos, diferentes al Homo sapiens, ha influido en la estructura de nuestro rostro. El mismo grupo de investigadores publicó un artículo en 2021 sobre un gen que afecta la forma de los labios, el cual fue heredado de los antiguos denisovanos.

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