Escribo esto justo cuando se cumple un año de la muerte de mi padre, Edward Lump, que nos dejó a los 79 años de edad. De pequeño, mi padre era mi referente, el modelo que quería seguir, mi maestro, mi mejor amigo, mi confidente. Se fue muy rápido, a consecuencia de una neumonía que en pocos días desembocó en un fallo orgánico sistémico.

Para mí, su pérdida fue traumática. Mi familia ha sido bendecida con el don de la longevidad –conocí a los abuelos de mi padre, que a punto estuvieron de cumplir los cien años, y mis abuelos maternos vivieron hasta los noventa y tantos–, así que di por sentado que a mi padre también le quedaba todavía mucho tiempo por delante.

La ciencia ha dado pasos de gigante para ayudarnos a vivir más. Desde los albores del siglo xx, la esperanza de vida de los humanos se ha duplicado de largo, pero durante buena parte de este tiempo la investigación y los avances médicos se han centrado sobre todo en mitigar y tratar enfermedades. Hace apenas cuatro días, como quien dice, que se ha puesto el foco en el envejecimiento en sí mismo y en averiguar si podemos hacer algo para ralentizar, revertir o modificar de alguna manera ese proceso. En el artículo de portada de este número, «Vivir más y mejor», conocerá desde tratamientos con hormona del crecimiento recombinante hasta la reprogramación celular, un trabajo fascinante que promete, en un futuro previsible, alargar la vida varias décadas.

Siempre había sido escéptico con quienes buscan «curar» el envejecimiento, pero ahora ya no estoy tan seguro de mi postura. A medida que voy sumando años, me gustaría creer que tengo por delante no solo más tiempo, sino también años de mayor calidad. Quizá no sea del todo cierto que desperdiciamos la juventud siendo jóvenes, pero estoy seguro de que hay muchas cosas que apreciaría más profundamente si las hubiera experimentado a mayor edad.

Y sobre todo, cuando recuerdo este último año sin mi padre, me pregunto qué habrían significado, tanto para él como para quienes lo queríamos, unos años más de vida. Todas las cosas que él podría haber hecho y que podríamos haber compartido. ¿Diez años más de conversaciones con mi padre? Qué demonios, firmaría aunque solo fuese uno.

Esperamos que disfrute del número.

Este artículo pertenece al número de Enero de 2023 de la revista National Geographic.