La capa de ozono es una capa natural de este gas situada en la estratosfera de nuestro planeta que actúa como escudo protegiéndonos de la nociva radiación ultravioleta del Sol. Generalmente, el agujero en la capa de ozono al que se suele hacer referencia cuando hablamos de esta problemática,es concretamente el situado sobre la Antártida, y hace referencia a la disminución que en mayor o menor medida se produce de este gas sobre el Polo Sur.

Sin embargo, durante las últimas semanas, científicos del Centro Aeroespacial Alemán -DLR- han detectado una caída especialmente fuerte en los niveles de ozono sobre las regiones polares septentrionales. Gracias a los datos del instrumento Tropomi del satélite Sentinel-5P del programa Copernicus la ESA han podido monitorizar la formación de este agujero de ozono ártico en la atmósfera. Pero si es cierto que en el pasado ya se habían llegado a detectar miniagujeros sobre el polo norte, el descenso en el ozono sobre el Ártico de este año es mucho mayor comparativamente hablando.

Diego Loyola, del Centro Aeroespacial Alemán, explica que “el agujero de ozono que hemos observado sobre el Ártico este año tiene una extensión máxima de menos de un millón de kilómetros cuadrados. Es pequeño si pensamos en que el agujero de la Antártida puede alcanzar entre 20 y 25 millones de kilómetros cuadrados durante tres y cuatro meses”.

Aunque ambos polos sufren un agotamiento del ozono durante el invierno, el descenso en el Ártico tiene a ser mucho menor que el de la Antártida. El agujero de ozono se forma debido a unas temperaturas extremadamente frías -por debajo de -80 °C-, junto a la interacción de otros factores como la luz solar, los campos de viento y sustancias como los clorofluorocarbonados -CFCs- cuyo uso fue prohibido a nivel global en el Protocolo de Montreal que entró en vigor en 1989.

"Esperamos que el agujero vuelva a cerrarse hacia mediados de abril de 2020

Las temperaturas del Ártico no suelen bajar tanto como las de la Antártida. No obstante, este año unos potentes vientos alrededor del polo norte atraparon aire frío en lo que se conoce como un “vórtice polar”: un ciclón de vientos estratosféricos. A finales del invierno polar, con los primeros rayos de sol sobre el polo norte comenzó este inusual descenso del ozono y se formó el agujero. Como señala Diego Loyola: “desde el 14 de marzo, las columnas de ozono sobre el Ártico se han visto reducidas a lo que se considera normalmente ‘niveles de agujero de ozono’, menos de 220 unidades Dobson. Esperamos que el agujero vuelva a cerrarse hacia mediados de abril de 2020”.

"La capa de ozono se ha ido recuperando a un ritmo de un 1-3 % por década desde el año 2000

Claus Zehner, responsable de la misión Sentinel-5P de Copernicus para la ESA, añade: “las mediciones de ozono total de Tropomi están poniendo a prueba la capacidad de Europa de monitorizar el ozono global, cosa que lleva haciendo sin descanso desde 1995. Durante este tiempo, no habíamos llegado a detectar la formación de un agujero de ozono de este tamaño sobre el Ártico”.

Pese a lo inusual del proceso, parecen no existir motivos para la preocupaciónm ya que los datos de la Evaluación científica del agotamiento de la capa de ozono de 2018 muestran que, en parte de la estratosfera, la capa de ozono se ha ido recuperando a un ritmo de un 1-3 % por década desde el año 2000. A estas velocidades, el ozono del hemisferio norte y a latitudes medias podría recuperarse alrededor del año 2030; el del hemisferio sur, hacia 2050, y el de las regiones polares, hacia 2060.