“¡Entre Europa y América del Norte hay una distancia cada vez mayor que no está originada por diferencias políticas o filosóficas: ¡es fruto de la convección del manto!”. De este modo tan elocuente explicaba el profesor Nick Harmon, de la Universidad de Southampton, por qué las costas de ambos lados del Atlántico están cada vez más alejadas entre ellas: en concreto, unos 4 centímetros más cada año.
El suelo oceánico está dividido por la dorsal medioatlántica, una cordillera submarina que lo atraviesa de norte a sur y que ejerce de línea divisoria entre placas litosféricas que se desplazan en sentidos opuestos, responsables del ‘ensanchamiento’ del océano.
Hasta ahora se pensaba que el movimiento de las placas litosféricas estaba causado sobre todo por la fuerza de gravedad.
Que las placas divergentes del Atlántico se separen no es nada nuevo. Pero hasta la fecha se pensaba que el movimiento de las placas litosféricas estaba causado sobre todo por la fuerza de gravedad. Siguiendo esta hipótesis, las partes más densas de las placas se hunden, arrastrando a las demás, como si tiráramos del borde de un mantel y nos llevásemos todos los platos de la mesa. De este modo, el magma que emerge por las dorsales apenas parece influir sobre el movimiento, simplemente rellena el hueco dejado entre las placas que se separan.
Sin embargo, este fenómeno no explicaría la separación de las placas situadas bajo el Atlántico, porque este océano no está rodeado por placas densas que se hundan en el manto. Entonces, ¿qué fuerza está acelerando la separación de los continentes?
Universidad de Southampton
Afloramientos de las profundidades del manto
Para intentar responder a esta pregunta, un equipo de sismólogos dirigido por investigadores de la Universidad de Southampton ha encontrado pruebas de este movimiento recopilando datos de la actividad sísmica de esta parte del océano. Han descubierto que el ‘motor’ que mueve a estas placas son las corrientes de convección provocadas por un afloramiento del manto que empuja material magmático situado a más de 600 kilómetros de profundidad bajo la dorsal medioatlántica, algo nunca documentado hasta la fecha.
Los científicos llegaron a esta conclusión tras analizar los datos de 39 sismómetros de fondo marino que habían desplegado en las profundidades del Atlántico. El experimento, uno de los pocos de este tipo realizados hasta la fecha sobre el suelo oceánico, proporcionó a los investigadores la primera imagen a gran escala y en alta resolución del manto situado bajo la dorsal medioatlántica y les permitió obtener una idea más detallada de la estructura del mismo a profundidades de entre 410 y 660 kilómetros. Los resultados desvelaron también la existencia de un afloramiento lento e inesperado procedente de las profundidades del manto que podría tener un mayor papel en la separación de placas del que se pensaba.
Nueva información sobre la tectónica de placas
“Los increíbles resultados de la investigación arrojan nueva luz para comprender hasta qué punto el interior de la Tierra está conectado con la tectónica de placas, con observaciones nunca antes vistas hasta la fecha”, afirma Matthew Agius, antiguo investigador postdoctoral de la Universidad de Southampton y uno de los participantes del estudio publicado recientemente en la revista Nature.
“Hasta ahora se pensaba que los afloramientos bajo las crestas se originaban a menores profundidades (por encima de los 60 kilómetros) -explica a National Geographic España podrían tener un papel mucho más determinante del que se pensaba en la separación de las placas,
Kate Rychert, autora principal del estudio -, y que estos estaban provocados como una respuesta pasiva a la divergencia de las placas. Ahora sabemos que emerge material magmático procedente de mayores profundidades”. Estos afloramientos, explican los investigadores,
y, por consiguiente, en el distanciamiento de los continentes.
El estudio de estos afloramientos, explica la investigadora, nos permite entender mejor la evolución del clima del planeta y nos proporciona a su vez nuevos datos sobre la tectónica de placas, cuyo estudio nos sirve a su vez para entender mejor los estragos provocados por el cambio climático.
Los afloramientos podrían tener un papel más determinante en la tectónica de placas, afirman los investigadores
“Fue un hallazgo completamente inesperado cuyas conclusiones tienen muchas implicaciones para nuestra comprensión sobre la evolución y la habitabilidad del planeta. Además, nos demuestra lo crucial que resulta la obtención de nuevos datos del océano”, concluye la científica.