Estados Unidos ha recibido el embate de una de las ciclogénesis explosivas más potentes de los últimos tiempos. Es decir una caída casi en picado de la presión atmosférica, que en un plazo de 24 a 48 horas ha sido del orden de entre los 20 y 25 hectopascales (hPA). Se trata de lo que los expertos definen por su terminología en inglés como una “wheather bomb”; que no es más una profundización muy rápida de una borrasca y que en una traducción usual del término anglosajón se conoce en castellano como "ciclón bomba". La razón es la confluencia de dos grandes masas de aire: una de aire caliente procedente del Golfo de México, y otra de aire frío, procedente de Canadá.

70 millones de personas se verán afectados por las consecuencias

Los meteorólogos de Administración Atmosférica y Oceánica Nacional de Estados Unidos -NOAA- explican que “el sistema meteorológico se intensificó rápidamente y ha alcanzado una clasificación científica llamada “´bombogénesis" otra manera de hacer referencia a la ciclogénesis explosiva. Este fenómeno es raro en una región sin litoral, y tiene el potencial de batir récords históricos de baja presión para algunas partes centrales del Estados Unidos”. De hecho, según apunta Mar Gómez, doctora en físicas y meteoróloga de eltiempo.es:"esta borrasca profunda ya ha dejado un récord -aún pendiente de confirmación oficial- en Pueblo, Colorado, con 975 milibares como presión más baja medida en la región".

¿A qué se enfrenta el país? Según apunta Gómez, cuanto menor es la presión más poderosa es la borrasca en el sentido de que más efectos dejará sentir. “Las borrascas formadas por un proceso de profundización muy rápido, como el que se ha producido, pueden dar lugar a efectos devastadores: fuertes vientos, precipitaciones y en este caso un auténtico temporal invernal”. "Este tipo de borrascas que profundizan muy rápidamente suelen provocar fuertes vientos y estado de la mar alterados", añade. Así pues, una disminución tan acusada de la presión se traducirá en intensas lluvias, nevadas, vientos huracanados y tormentas eléctricas, acompañadas de una gran posibilidad de que produzcan también inundaciones de norte a sur, a través de toda la parte central del país.

Según los datos del Servicio Nacional de Meteorología de los Estados Unidos -NWS- 70 millones de personas se verán afectados por las consecuencias: con 45 millones bajo fuertes alertas de viento, 10 millones bajo amenazas de tormenta de invierno y aproximadamente 15 millones se enfrentan a amenazas de inundación.

Vientos huracanados y lluvias torrenciales

Para hacernos una idea de lo violento del fenómeno hemos de saber que las presiones más bajas a las se suele llegar en una borrasca giran en torno a los 980 hPa, o que los huracanes y ciclones tropicales albergan en su centro presiones de que se aproximan a los 950. En el caso de este ciclón bomba se prevé que la presión pueda descender hasta los 970 hPa, una depresión lo suficientemente profunda como para generar vientos huracanados de hasta 120 kilómetros por hora.

Del mismo modo, se prevé que las nevadas y las lluvias serán extraordinariamente fuertes. El frente de viento cálido procedente del sur, tal y como sucede con las masas de aire caliente llegará cargado de humedad, lo que al converger con la masa de aire frío, todo ese vapor de agua acumulado precipitará de manera súbita en forma de lluvia o nieve.

Las predicciones del Servicio Nacional de Meteorología de los Estados Unidos hablan de acumulaciones de medio metro de nieve en algunos lugares en tan solo 24 horas. La lluvia helada también llevará la acumulación de hielo a las áreas afectadas, razones por las que se recomienda a los que vivan en las zonas afectadas evitar desplazarse, y por las que ya se han cancelado más de 1.000 vuelos en la región.