Tras una estrategia de aislamiento absoluto de los infectados desde el inicio de la pandemia, China ha acabado adoptando una abrupta aproximación de gestión de la pandemia similar a la del resto del mundo debido a las masivas protestas sociales contra el Gobierno.
El problema es que la sociedad china apenas ha tenido contacto con el virus y no se encuentra lo suficientemente inmunizada. Además, las vacunas usadas en el gigante asiático no son tan eficientes como las occidentales y se ha seguido una tasa de vacunación de refuerzo muy baja. Sinopharm y Sinovac, que se fabrican con virus atenuados, tienen una efectividad de un 60% cuando en España se alcanzan porcentajes del 85 o 90%.
Todo esto está originando una tormenta perfecta que se ha traducido en un explosivo número de contagios: 248 millones (el 18% de la población) solo en los primeros 20 días de diciembre.
Falta de transparencia
Sin embargo, todo esto son estimaciones, porque la información transparente escasea y el Gobierno ha optado por no publicar las cifras de nuevas infecciones. En total, desde el pasado 7 de diciembre, cuando Pekín decidió dar por concluida su estricta política de 'covid cero', únicamente se han declarado 10 muertes. Además, al no realizarse pruebas obligatorias es casi imposible rastrear los casos nuevos en el país.
Con todo, algunas estimaciones hablan ya de que podrían producirse millones de muertos debido a la baja tasa de vacunación de los grupos vulnerables y el colapso que puede producirse en el sistema sanitario. Algunas estimaciones incluso sugieren que podrían estar produciéndose más de 5.000 muertes al día.
"Hay un aumento de la probabilidad de que aparezcan variantes completamente diferentes a las que hemos observado hasta el momento".
Más allá del desastre localizado en China, las implicaciones de este giro en los acontecimientos podría tener resonancias en todo el planeta puede acarrear un incremento de la probabilidad de que aparezcan nuevas variantes del virus que escape a las defensas inmunitarias obtenidas por infecciones previas o vacunación, tal y como ha señalado en declaraciones a SMC España, Fernando González Candelas, catedrático de Genética de la Universidad de Valencia e investigador de FISABIO:
“El mayor riesgo deriva del mayor número de casos, directamente vinculado con el número de mutaciones que puede explorar el virus para adaptarse mejor a su entorno, tanto individual como comunitario. Además, dadas las condiciones sanitarias previas de ese país, en el que vive un número muy importante de personas inmunodeprimidas, también hay un aumento de la probabilidad de que aparezcan variantes completamente diferentes a las que hemos observado hasta el momento.”
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China ha seguido una estrategia de aislamiento absoluto de los infectados desde el inicio de la pandemia.
Medidas desesperadas
Los ciudadanos chinos que disponen de más recursos están tratando de obtener vacunas occidentales en lugares como Macao, donde han estado disponibles para turistas, mientras que los que tienen menos recursos recurren a la medicina tradicional china. La mayor preocupación del Gobierno, sin embargo, se centra en las zonas rurales, donde se encuentra la población más anciana.
Para evitar una posible circulación de nuevas variantes del virus por el resto del mundo, Estados Unidos exigirá que los viajeros procedentes de China que presenten un test negativo de coronavirus para poder entrar en el país. Italia, Japón, India y Taiwán también han reforzado los controles, y el resto de países no tardarán en hacerlo.