“No te preocupes que un rayo no cae dos veces en el mismo sitio”. Se trata de una frase muy común que se utiliza para decir que, si algo que es muy improbable ya ocurrió, no hay casi posibilidades de que vuelva a suceder. Sin embargo, ¿cuánto de base científica hay realmente en esta afirmación popular? ¿Realmente es imposible que un rayo impacte dos veces en el mismo sitio?

MÁS COMÚN DE LO QUE PARECE

Pues bien, aunque parezca un suceso de lo más improbable, la realidad es que puede pasar. Y no solo eso, el hecho de que un rayo impacte varias veces en un mismo sitio es algo muy común y las posibilidades de que ocurra no son precisamente bajas, sino que muy altas. Una explicación muy clara a este suceso fue dada por científicos de la Universidad de Groningen, en los Países Bajos, a través de un estudio publicado en Nature en 2019.

En ese documento recogen que, en una tormenta eléctrica ubicada sobre cierto lugar, el primer rayo que caiga será el que abra paso al resto de ellos. Es decir, el primero caerá dirigido a un punto conductor que le cause atracción y, mientras tanto, abrirá un canal de movimiento en el aire. Terminada la descarga, se mantendrá ese rastro en la atmósfera, el cual facilitará el movimiento del siguiente rayo, pues ha conseguido reducir la resistencia del camino trazado.

De esta forma, consiguieron demostrar científicamente que un punto donde ha caído un primer rayo tiene muchas posibilidades de recibir más impactos procedentes de rayos posteriores de esa misma tormenta. Y no solo eso, un estudio de la NASA de 2003 demostró además que uno de cada tres rayos que tocan tierra, lo hacen en varios sitios a la vez. Es decir, que no solo caen rayos en el mismo lugar sino que pueden hacerlo en el mismo momento.

Rayo
NASA

Rayo impactando en dos sitios al mismo tiempo

EL PARARRAYOS

Y es que, justo para aprovechar esa situación en la que varios rayos se mueven siguiendo la trayectoria de un primero impactando en el mismo sitio, existe el pararrayos. Inventado por Benjamin Franklin en el año 1752, tiene como fin atraer a todos aquellos rayos ionizados por la atmósfera y así transportar la corriente eléctrica a tierra, evitando de esta forma otros posibles daños inesperados por impactos contra personas, objetos o viviendas.

En cada pararrayos se producen múltiples impactos durante una tormenta. Su forma es siempre alargada y afilada y están fabricados de metal, lo que les permite ejercer de perfectos conductores y puntos clave de atracción para las descargas eléctricas del cielo. Algunos de los pararrayos más grandes y conocidos son el Empire State Building, en Nueva York, el cual recibe casi 50 rayos por año; o la Torre Eiffel, con más de 100 impactos anuales.

LOS RAYOS POR DEFINICIÓN

Los rayos son, en sí, pulsos electromagnéticos generados durante una tormenta eléctrica. Esencialmente, se producen cuando la diferencia de potencial entre las nubes y la tierra supera la capacidad aislante del aire. Es en ese punto, cuando la atmósfera no puede soportar más la tarea de aislar a la tierra y las nubes, cuando permite que desde las nubes se transporten cargas negativas a tierra en forma de rayos. Cuando el potencial está igualado y equilibrado, la tormenta se detiene. Y es un proceso de lo más común: cada día se producen 44.000 tormentas, las cuales generan un total de más de 8 millones rayos.

Según los datos existentes, los rayos tienen una longitud media de 5 km, pero tan solo un ancho de 1 cm. La energía que transporta puede alcanzar los 10.000 julios con un voltaje de 100 V. Además, estos pulsos eléctricos tardan cerca de 30 milisegundos en recorrer el trayecto desde la nube hasta la superficie de impacto. Lo más curioso de estos fenómenos es quizás que su alta energía consigue calentar la atmósfera circundante hasta los 20.000 ºC, que es equivalente a más de tres veces la temperatura existente en la superficie del Sol.

RAYOS Y SERES HUMANOS

Aunque no es lo más común debido a la composición y la forma, sí existen ciertas posibilidades de que un rayo impacte contra un ser humano. Si esto ocurre, las probabilidades de supervivencia son de un 70 % aproximadamente. Sin embargo, el 74 % de esos supervivientes se quedará con secuelas físicas y mentales que le afectarán el resto de su vida. Un caso impresionante es el del candiense J.P. Nadeau, que fue alcanzado por un rayo mientras pronunciaba un discurso en la boda de su hija, saliendo ileso del impacto.

Un mito popular afirma que una persona en campo abierto y en medio de una tormenta debe pegarse a un árbol o tumbarse sobre la hierba para evitar ser alcanzado por un rayo. Sin embargo, ambas son ideas catastróficas. El árbol será el primer punto que atraerá al rayo cuando la tormenta comience y tumbarse sobre el suelo, el cual es principal conductor de cualquier rayo que caiga en tierra, puede resultar también de extremo peligro. 

Así, en esa situación, lo más recomendable es que, en caso de no tener cobijo, una persona se ponga de cuclillas y agache la cabeza entre las piernas lo máximo posible. De esta forma, aislará su cuerpo de la tierra gracias a la suela de los zapatos y, a la vez, disminuirá lo máximo posible su “forma alargada”, con lo que no llamará para nada la atención de los rayos.