La búsqueda de vida más allá de la Tierra ha girado en gran medida en torno a nuestro vecino Marte. Durante las últimas décadas la NASA ha lanzado varios vehículos al planeta rojo - el último, el Perserverance, junto a un pequeño helicóptero bautizado como Ingenuity se dirige hacia allí en estos momentos- y varias otras agencias espaciales han enviado numerosas sondas para examinar su polvorienta superficie en busca de señales de agua u otros indicios de vida o habitabilidad.

Ahora, en un giro sorprendente de los acontecimientos, los científicos del MIT, la Universidad de Cardiff y varios centros asociados han observado lo que pueden ser signos de vida en las nubes de nuestro otro vecino planetario, Venus. Si bien, como es esperable, los científicos no han encontrado evidencia directa de organismos vivos, puede decirse sin temor a caer en el sensacionalismo que su observación podría estar realmente asociada con la vida. De ser así habría de tratarse de algún tipo de forma de vida "aérea" en una pequeña región de la atmósfera venusiana, la única porción aparentemente habitable de lo que visto de cualquier otra manera es un mundo calcinado e inhóspito. El hallazgo, la firma espectral de un compuesto conocido como fosfina -PH3- y que hasta el momento se sepa, solo puede tener un origen orgánico- así como el análisis del mismo, se publican hoy en la revista Nature Astronomy en un artículo titulado: Phosphine gas in the cloud decks of Venus.
Vida y fosfina ¿Cuáles son las probabilidades?
En la Tierra, la fosfina es un gas producido principalmente por fuentes biológicas anaeróbicas. Se trata de un gas con un fuerte y desagradable olor a la par de venenoso, sobre el cual los científicos Instituto Tecnológico de Massachusetts habían demostrado que, de ser detectado en un planeta rocoso como el nuestro solo podría haber sido producido por un organismo vivo. Ahora, gracias al telescopio James Clerk Maxwell -JCMT- en Hawai; y el observatorio Atacama Large Millimeter Array -ALMA- en Chile, la huella espectral de este gas ha sido detectada por los astrónomos dirigidos por Jane Greaves de la Universidad de Cardiff, en la atmósfera de Venus, lo que ha hecho que de inmediato los científicos volvieran su mirada hacia las hipótesis que pueden explicar la presencia de este gas en nuestro vitriólico vecino.
"Hasta el momento no hay explicación para la fosfina detectada en las nubes de Venus aparte de la presencia de vida"
De este modo el equipo del MIT se acercó con precaución a la observación para realizar un análisis exhaustivo y comprobar, si al contrario de como se había postulado y asumido, algo más que la vida podría haber producido la fosfina en el extremo ambiente sulfúrico de Venus. Los autores argumentan que la detección de fosfina no es una evidencia sólida - como podría ser la observación directa- de vida microbiana y que es imprescindible tener en cuenta en este punto, que esta fosfina podría tener un origen en procesos geológicos o químicos potencialmente desconocidos que tienen lugar en Venus.
No obstante, tras aplicar el principio de precaución y contemplar los escenarios posibles para la aparición de la sustancia, el equipo concluye que hasta el momento no hay explicación para la fosfina detectada en las nubes de Venus aparte de la presencia de vida. En este sentido Clara Sousa-Silva, científica investigadora del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias -EAPS- del MIT declara que "es muy difícil probar algo negativo".
Sousa-Silva sabe sin embargo que aún es muy pronto para afirmar algo con tan tremendas implicaciones como decir que la ciencia ha encontrado vida en Venus y con prudencia explica que: “ahora, los astrónomos centraran sus esfuerzos en buscar una manera de justificar un orígen abiótico de esta fosfina, y eso me agrada". No sin optimismo añade: "por favor háganlo, porque estamos al final de nuestras posibilidades de mostrar procesos abióticos que pueden producir fosfina ".
“Ahora, los astrónomos centraran sus esfuerzos en buscar una manera de justificar un orígen abiótico de esta fosfina,
Por su parte Janusz Petkowski, coautor del estudio publicado en Nature Astronomy y también investigador en el EAPS enmarca las posibilidades en un cara o cruz: “Este hallazgo implica que, o esto es vida o es algún tipo de proceso físico-químico que no esperamos que ocurra en planetas rocosos”.
El escepticismo científico a prueba
A menudo se hace referencia a Venus como el gemelo de la Tierra, ya que la Tierra y nuestro vecino comparten similaridades en tamaño, masa y composición rocosa. Ambos también poseen atmósferas significativas, aunque ahí es donde terminan sus similitudes. Donde la Tierra es un mundo habitable de océanos y lagos templados, la superficie de Venus es un paisaje hirviente, con temperaturas que alcanzan hasta los 500ºC y un ambiente más seco que el que pudiéramos encontrar en cualquier rincón de nuestro planeta.
Gran parte de la atmósfera Venus es también es bastante inhóspita, ya que se encuentra impregnada de espesas nubes de ácido sulfúrico que dan lugar a entornos millones de veces más ácidos que el más ácido que pudiéramos hallar en nuestro amable planeta azul, por no hablar de que su atmósfera también carece de los nutrientes que presentes en nuestro hogar. "Venus es un entorno muy desafiante para cualquier tipo de vida", explican los investigadores.
Sin embargo, existe en la atmósfera del Lucero del Alba una estrecha y templada banda entre 48 y 62 kilómetros sobre la superficie, donde las temperaturas oscilan entre los -1 y los 93ºC, y sobre la cual los científicos han especulado -con mucha controversia- que de existir vida en Venus, esta capa de la atmósfera, o cubierta de nubes, probablemente sea el único lugar donde sobreviviría. La excepcional, o no tan excepcional casualidad, es que es esta capa de nubes el lugar donde el equipo observó las señales de fosfina. “Esta señal de fosfina está perfectamente localizada donde otros científicos han conjeturado que Venus podría ser habitable”, explica Petkowski.
Foto: ESA/VIRTIS-VENUS EXPRESS/INAF-IAPS/LESIA-OBSERVATORIO PARIS/G. PICCIONI
La detección fue realizada por primera vez por Greaves y su equipo, que utilizaron el Telescopio -James Clerk Maxwell -JCMT- para concentrarse en la atmósfera de Venus en busca de patrones de luz que pudieran indicar la presencia de moléculas inesperadas y posibles firmas de vida. Cuando este detectó un patrón que indicaba la presencia de fosfina inmediatamente se pusieron en contacto con Sousa-Silva, quien ha pasado la mayor parte de su carrera estudiando esta molécula tóxica y apestosa.
Según cuenta Sousa-Silva, la investigadora tenía asumido que los astrónomos buscarían fosfina como firma biológica en planetas mucho más lejanos. "Estaba pensando en un lugar realmente lejano, a muchos parsecs de distancia de la Tierra, y realmente jamás había contemplado la posibilidad de que esta pudiera hallarse literalmente en el planeta más cercano a nosotros".
"Pensaba en un lugar a muchos parsecs de distancia de la Tierra, pero jamás había contemplado la posibilidad de que pudiera hallarse fosfina en el planeta, literalmente, más cercano a nosotros".
Tras la observación inicial de Greaves utilizando el observatorio ALMA, y con la ayuda de Anita Richards, del Centro Regional ALMA en la Universidad de Manchester, los científicos confirmaron que las observaciones del espectro observado correspondían con un patrón de luz que coincidía con el gas fosfina, el cual emitiría dentro de las nubes de Venus.
Luego, los investigadores utilizaron un modelo de la atmósfera de Venus, desarrollado por Hideo Sagawa de la Universidad Kyoto Sangyo, para interpretar los datos. Descubrieron que la fosfina en Venus es un gas menor, que existe en una concentración de aproximadamente 20 por cada mil millones de moléculas en la atmósfera. Y aunque esa concentración es baja, los investigadores señalan que la fosfina producida por la vida en la Tierra se puede encontrar en concentraciones aún más bajas en la atmósfera de nuestro planeta.
La fosfina producida por la vida en la Tierra se puede encontrar en concentraciones aún más bajas en nuestra atmósfera que en la de Venus
El equipo del MIT, dirigido por William Bains, también del mismo centro y Petkowski, utilizó modelos informáticos para explorar todas las posibles vías químicas y físicas no asociadas con la vida, que podrían producir fosfina en el duro entorno de Venus. Bains consideró varios escenarios y procesos en los que se podría producir fosfina, como a causa de la radiación solar, los minerales de la superficie, la actividad volcánica, el impacto de un meteorito o de un rayo. Posteriormente Sukrit Ranjan, junto con Paul Rimmer de la Universidad de Cambridge, modelaron cómo la fosfina producida a través de estos mecanismos podría acumularse en las nubes venusianas. ¡Y en todos los escenarios que consideraron, la fosfina producida solo equivaldría a una pequeña fracción de lo que las nuevas observaciones sugieren que está presente en las nubes de Venus! Lo que invita a pensar sobre el origen orgánico del gas.
"Realmente pensamos en todas las vías posibles que podrían producir fosfina en un planeta rocoso", dice Petkowski. "Si esto no es vida, entonces nuestra comprensión de los planetas rocosos es muy deficiente", añade el autor.
La vida en las nubes
Si hay vida en Venus, los investigadores creen que esta ha de tener forma aérea y que tan solo podría hallarse en la región de nubes templadas del planeta, muy por encima de su superficie volcánica en ebullición. “Hace mucho tiempo, se pensaba que Venus tenía océanos y probablemente era habitable como la Tierra”, explica Sousa-Silva. “A medida que Venus se volvió menos hospitalario, la vida habría tenido que adaptarse, y la única posibilidad que contemplamos para su supervivencia es esta estrecha envoltura de la atmósfera. Esto podría mostrar que incluso un planeta al borde de la zona habitable de su sistema podría tener una atmósfera con una pequeña franja local aérea habitable".
Técnicamente, ya se habían encontrado biomoléculas en la atmósfera de Venus, pero estas también estaban asociadas con miles de cosas ajenas a la vida
En una línea de investigación paralela pero separada Seager y Petkowski también han explorado la posibilidad de que las capas inferiores de la atmósfera de Venus, justo debajo de la cubierta de nubes, pudiera resultar crucial para la existencia de una hipotética biosfera venusiana. “En principio, puedes tener un ciclo de vida que se sustente en las nubes de forma perpetua”, explica Petkowski, quien prevé que cualquier vida aérea venusiana sea fundamentalmente diferente de la vida en la Tierra. "El medio líquido en Venus no es el agua, como lo es en la Tierra".
Sousa-Silva ahora está liderando un esfuerzo con Jason Dittman en MIT para confirmar y la detección de fosfina con otros telescopios y dar así aun más solidez al hallazgo. Los investigadores también esperan trazar un mapa de la presencia de la molécula de fosfina en la atmósfera de Venus, para ver si hay variaciones diarias o estacionales en la señal que sugieran actividad asociada con la vida.
“Técnicamente, se han encontrado biomoléculas en la atmósfera de Venus antes, pero estas moléculas también están asociadas con miles de cosas distintas a la vida”, dice Sousa-Silva. “La razón por la que la fosfina sea especial es que sin vida es muy difícil producir fosfina en los planetas rocosos. La Tierra ha sido el único planeta terrestre donde hemos encontrado fosfina, porque es aquí el único lugar donde hay vida. Hasta ahora."