La presión propicia que los copos de nieve se vuelvan a cristalizar, atrapando una pequeña cantidad de aire en burbujas que proporciona información sobre la composición y concentración de la atmósfera de la Tierra cuando cayó la nieve.

Como explica David Farrier en su libro Huellas: “El hielo puede contar historias sobre la frecuencia de los incendios forestales y la extensión de los humedales o desiertos tiempo atrás y en lugares distantes del mundo. Las capas de hielo pueden utilizarse para datar erupciones volcánicas específicas e incluso para ayudar a trazar el movimiento pasado de la Tierra a través del sistema solar”.

En 1966, Camp Century es donde tuvo lugar las primeras excavaciones a fin de extraer un testigo estratificado de 1.387 metros que abarcaba cien mil años. En 1987, un testigo extraído en Vostok, en la Antártida, reveló rastros de las dos últimas edades de hielo. Durante la década de 1990, los científicos extrajeron un testigo de algo más de tres kilómetros de largo en Groenlandia y, en 2004, el testigo de hielo del domo C extraído de la capa de hielo antártica aportó información de 740.000 años de historia atmosférica.

Sin embargo, una nueva investigación que acaba de publicarse en Nature ha ido mucho más allá, hasta el punto de que se ha obtenido información de hace dos millones de años. Para el análisis, se extrajeron y secuenciaron el ADN de 41 muestras de sedimentos ricos en materia orgánica tomadas de 5 sitios diferentes de la zona.

Capas orgánicas en la roca sedimentaria de Kap København.
Foto: Kurt H. Kjaer

Así pues, gracias a este nuevo análisis, se ha logrado reconstruir una imagen nítida de cómo era el ecosistema en el norte de Groenlandia, incluyendo información sobre las especies de animales y vegetales que entonces existían.

La imagen de este ecosistema es la de un bosque boreal abierto con una vegetación mixta de álamos y abedules. En cuanto a las especies animales, el registro de ADN también ha confirmado la presencia de liebres, así como mastodontes, renos, roedores, gansos y hasta organismos marinos, como el cangrejo herradura del Atlántico (Limulus polyphemus).

Según señalaron los investigadores responsables del análisis, el ADN del mastodonte es particularmente interesante porque, si bien todas las demás especies tienen parientes que permanecen en Groenlandia en la actualidad, se pensaba que los mastodontes no se habían extendido tan al norte.

Futuros análisis

Otras muestras de ADN recolectadas de microorganismos y hongos todavía se encuentran en proceso de identificación, pero todo parece apuntar ya que el ecosistema es propio de un clima considerablemente más cálido que las temperaturas actuales en la región.

Ahora que el ADN ambiental se ha extraído e interpretado con éxito a partir de arcilla y cuarzo, podría ser posible hacer lo mismo con depósitos antiguos de otros lugares, así que las posibilidades de explorar los ecosistemas pretéritos de la Tierra resultan extraordinariamente prometedoras.