Hay quien se empeña en afirmar con vehemencia que las cosas no volverán a ser como antes. Que la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 cambiará para siempre muchos aspectos de nuestras vidas. Es más, hay, incluso, quienes se refieren a este desconocido e inminente devenir con un rebuscado y orweliano término: lo que algunos han venido a llamar la "nueva normalidad". Palabras que pese a estar rodeadas de una innecesaria incertidumbre y halo de misterio, no hacen referencia sin más, sino a algunas de las nuevas situaciones a las que tendremos que acostumbrarnos. Presumiblemente, y si lo miramos con perspectiva, durante un breve espacio de tiempo.
Si bien es cierto que la COVID-19 nos ha puesto ante una situación a día de hoy desconocida para las generaciones presentes, no menos cierto es que la humanidad lleva, desde que es humanidad, conviviendo con las llamadas enfermedades infecciosas; epidemias si afectan un número elevado de personas; pandemias cuando estas se expanden por el mundo. Es por ello que tomar perspectiva se antoja más necesario que nunca. Al menos para darnos cuenta de que, aunque en ocasiones nos olvidemos, nuestra especie ha estado avocada desde sus albores a convivir con la calamidad. Pero también a superarla.

Algunos ejemplos los encontramos en la Peste de Justiniano, la Peste Negra, o la tan injustamente conocida como Gripe Española de principios de siglo XX. También en otras enfermedades como la Viruela, el Sarampión o la Polio, para las que la ciencia y la medicina ya encontraron una cura, pero que han hostigado al ser humano durante siglos. Y viendo cómo hemos conseguido superar todas estas adversidades con medios mucho más rudimentarios que los disponemos a día de hoy, cabe al menos preguntarse: ¿qué impide ahora, con la tecnología, los avances actuales en virología, epidemiología, genética o química; además de las jugosas sumas de capital prometidas para quien logre hallar una solución al problema, que esta no vaya a llegar más pronto que tarde?De hecho, existen razones para el optimismo. Sabemos que unas 90 vacunas diferentes y basadas en distintas tecnologías para enfrentar la COVID-19 ya están siendo desarrolladas en todo el mundo.
Por ello, aunque tras un evento de tal magnitud como el de una pandemia las cosas no vayan a ser exactamente igual que antes, tampoco es descabellado pensar nos encontramos en una situación temporal cuyo horizonte puede atisbarse en el desarrollo de la anhelada vacuna o cualquier otra alternativa que la ciencia tenga a bien traer.
Mientras tanto, los humanos nos adaptaremos a las nuevas situaciones derivadas de la lucha contra un enemigo invisible, el coronavirus. Y aunque es imposible dilucidar que pasará dentro de un mes, dos, seis meses o un año, lo que sí podemos es observar, e incluso aprender, de estas imágenes que nos muestran algunos de los cambios que ya se están produciendo mientras, poco a poco, volvemos a eso: la normalidad. A secas.