En nuestro planeta, los tsunamis provocados por los terremotos pueden resultar catastróficos; pero, en Marte, los impactos de meteoros podrían haber causado tsunamis diez veces más grandes que los de la Tierra, titánicas y destructivas olas capaces de engullir la Giralda de Sevilla o la catedral de Santiago de Compostela.

Estos megatsunamis podrían haberse producido hace unos 3.400 millones de años, cuando dos grandes rocas cayeron del espacio en los mares helados del norte de Marte. El primero de estos impactos, según un estudio publicado en la revista especializada Scientific Reports, habría generado olas gigantes de 120 metros de altura que arrastrarían rocas del tamaño de un autobús a muchos kilómetros al interior. Las olas habrían inundado más de 570.000 kilómetros cuadrados, un área más grande que España.

El segundo impacto, que se habría producido varios millones de años después, se habría encontrado con un Marte un poco más frío: en vez de caer sobre el mar, el meteoro habría colisionado contra un océano helado; y, en vez de inundar las llanuras marcianas para luego retirarse las aguas, las gélidas olas habrían avanzado hacia el interior y el hielo habría permanecido allí.

En la actualidad tenemos como pruebas de esos cataclismos ancestrales los canales que fueron dejando las olas al retirarse, unos campos de forma lobular salpicados de rocas, así como cráteres que parecen haber estado llenos de agua salada que luego se evaporaría, afirma el coautor del estudio, Alexis Rodriguez, del Instituto de Planetología de Arizona.

Es un relato interesante que encaja con las observaciones de varias naves espaciales en órbita alrededor de Marte. "Creo que han hecho un trabajo muy bueno al establecer un relato que encaja y está justificado por las pruebas en las que se basan", afirma Don Banfield, de la Universidad de Cornell.

Sin océanos no hay tsunamis

Pero Banfield y otros científicos comentan que habría que pulir algunos detalles antes de que el relato se convierta en hechos probados.

En primer lugar, sobre todo, para tener tsunamis hacen falta océanos; y no está claro que hubiese un océano septentrional en Marte a finales del período hespérico (es decir, hace 3.400 millones de años), cuando Rodriguez y sus colaboradores sugieren que se produjeron estos tsunamis.

Hay pruebas sólidas que apuntan a que en el pasado fluyó agua en el planeta rojo, ya que dejó su huella en la red de valles y canales que creó en la superficie marciana. Pero estos accidentes geográficos se formaron en el período noeico, por lo que tienen unos 3.800 millones de años y ya existían antes de que, según los científicos, Marte perdiese la mayor parte de su atmósfera aislante e hidrófila.

A medida que esa atmósfera se fue desvaneciendo y el planeta se fue enfriando, su capacidad para conservar agua líquida en superficie se evaporó. No obstante, desconocemos muchas cosas sobre el clima marciano en la antigüedad; y, aunque es probable que tuviese océanos en un momento dado, no está claro que esas grandes masas de agua persistiesen a lo largo del período hespérico.

"En este punto, es probable que la atmósfera de Marte se hubiese erosionado significativamente en comparación con la existente a finales del noeico, que es de cuando hay más pruebas de erosión por agua líquida", afirma Robin Wordsworth, de la Universidad de Harvard.

Claro que, para Rodriguez, esto no tiene por qué suponer un problema: podría haber existido un mar efímero en ese Marte tardío, tal vez uno extremadamente salado que se resistiese a la congelación; e, incluso aunque un meteoro hubiese impactado contra un océano cubierto de hielo, habría podido generar un tsunami igualmente. No obstante, es necesario trabajar más en la cuestión para averiguar exactamente cómo podría haber ocurrido.

El hallazgo de líneas costeras bien conservadas podría respaldar el concepto de océanos en el Marte de antaño. Pero no resulta fácil hallar esa clase de pruebas.

"La idea de un océano entra dentro de lo posible —afirma Joel Davis, del University College de Londres—. Con todo, buena parte de la geología de las tierras bajas septentrionales ha ido quedando erosionada u oculta por materiales nuevos desde entonces, por lo que cuesta encontrar pruebas directas de un océano del pasado."

Banfield suscribe estas afirmaciones: "La búsqueda de líneas costeras características de mares antiguos en Marte no es cosa fácil. Algunos creen que se han encontrado, pero otros han identificado problemas relativos a estas posibles líneas de costa".

Rodriguez y sus compañeros creen que su trabajo ofrece una explicación a la ausencia de estas líneas costeras: fueron eliminadas y modificadas por los megatsunamis que arrasaron el planeta tras la caída de los meteoros en Marte durante el hespérico.

"De haber habido un océano, los tsunamis serían una buena explicación a por qué no hay líneas de costa evidentes", afirma Wordsworth.

La alternativa glacial

Algunos científicos opinan que las características vinculadas a los tsunamis siguen pudiendo explicarse sin tener que recurrir a cataclismos ancestrales. Por ejemplo, el hielo podría haber transportado y creado esos campos de rocas, comenta Edwin Kite, de la Universidad de Chicago.

"Pueden encontrarse restos rocosos sobre y en las márgenes de los glaciares marcianos, existen pruebas de que se produjeron glaciaciones en el pasado y hay hielo cubierto de restos en la actualidad por toda Deuteronilus Mensae", afirma Kite en referencia a la región de Marte que se está estudiando.

Rodriguez responde diciendo que es poco probable que cualquier otro fenómeno pueda explicar los flujos que ha observado su equipo y que van cuesta arriba y rodean pequeños obstáculos de forma muy distinta a un glaciar. Brian Hynek, de la Universidad de Boulder (Colorado), está de acuerdo con que la hipótesis de los tsunamis ofrece la mejor explicación a las observaciones efectuadas.

"A lo largo del tiempo se ha producido mucha actividad glacial en todo Marte, y estas características a gran escala que incluyen los canales de retirada de las aguas y líneas muy estilizadas con rocas de gran tamaño no se dan en otros paisajes modificados por el hielo", comenta Hynek.

Huellas efímeras

Lo cierto es que incluso en la Tierra puede resultar sumamente difícil elegir un accidente geográfico y demostrar que es obra de una subida del nivel del mar. Para empezar, hace falta un tipo de costa muy específico para que quede en ella la huella inconfundible de un tsunami, comenta Ricardo Ramalho, de la Universidad de Bristol.

"La costa debe tener las características adecuadas para que se generen unos depósitos de tamaño considerable: por ejemplo, hace falta un arrecife o un acantilado para producir rocas grandes —afirma Ramalho—. Y esto, por supuesto, no puede establecerse con seguridad en el caso de Marte".

Las huellas de los tsunamis más recientes en la Tierra, como los que se produjeron en 2004 y 2011 a causa de terremotos en alta mar cerca de las costas de Indonesia y Japón, ya están desapareciendo, dice Pedro Costa, de la Universidad de Lisboa.

A Marte se le da mucho mejor la tarea de conservar su historia que a la Tierra, donde la actividad tectónica y otros procesos erosionan de forma constante las huellas de hechos pretéritos. En definitiva, solo con más observaciones, como mediante la identificación de los sedimentos oceánicos transportados, se conseguirá probar de forma convincente que los megatsunamis esculpieron el paisaje marciano.

"Espero que sea cierto y que se con esto se pueda demostrar la hipótesis de los antiguos océanos, sería muy emocionante —comenta François Forget, de la Universidad de París—. Pero sé que habrá que trabajar más para confirmar esta posibilidad. Así funciona la ciencia".