La tormenta de polvo que está cubriendo Marte (cada partícula del tamaño de un grano de polvo de talco) ha adquirido una dimensión "global", tal y como la describió ayer la NASA. La tormenta se ha intensificado en el cráter Gale, donde el rover Curiosity está estudiando los efectos de la tormenta desde la superficie, mientras que el Opportunity, en el otro lado de Marte, no da ningún tipo de señal. El Curiosity funciona con una batería de energía nuclear, tanto de día como de noche, y el Opportunity con energía solar, pero el cielo está tapado con nubes de polvo que, en algunos casos, alcanzan los 60 kilómetros o más de altura; los científicos del proyecto aguardan cada día a recibir una señal, aunque realmente no esperan obtener ninguna comunicación hasta que no se haya aclarado el cielo.

Una de las grandes cuestiones es: ¿cuánto durará? ¿Por qué algunas tormentas marcianas de polvo se hacen más grandes y duran meses y otras permanecen pequeñas y sólo duran una semana? "No tenemos ninguna idea", reconoce Scott David Guzewich, un científico atmosférico del Centro de Vuelo Espacial Goddard, quien dirige la investigación sobre la tormenta de polvo a través del Curiosity. La última tormenta de magnitud global fue en 2007, cinco años antes del aterrizaje del Curiosity. Las tormentas de polvo son habituales en Marte, especialmente durante la primavera y el verano en el hemisferio sur, cuando el planeta está más cerca del Sol, pero normalmente se concentran en una zona.
La tormenta actual, si ocurriera en la Tierra, sería mayor que los territorios de Norteamérica y Rusia juntos. En la Tierra también hay tormentas de polvo, pero las mágicas condiciones de nuestro planeta impiden que se vuelvan globales; y eso se debe a la estructura de nuestra atmósfera, que es más gruesa, a la mayor gravedad, que ayuda a que se asiente el polvo, a la cobertura vegetal que bloquea el viento y a la lluvia que limpia las partículas de la atmósfera.