El telescopio espacial James Webb, cuyo lanzamiento desde la Guayana Francesa está previsto para 2019, estudiará Marte para comprender mejor la transición que experimentó el planeta de la humedad a la sequía y, de forma general, para conocer su pasado y su presente como planeta potencialmente habitable. Marte es el planeta del Sistema Solar que ha sido visitado por más misiones y, actualmente, está siendo orbitado por seis vehículos espaciales activos, mientras que dos rovers continúan operativos en su superficie.
La NASA explicó ayer que Marte será visible para el telescopio espacial James Webb desde mayo hasta septiembre de 2020 y que ofrecerá varias funcionalidades que complementarán a todas estas misiones más cercanas. El Webb podrá tomar en una sola instantánea el disco entero de Marte, mientras que los orbitadores necesitan su tiempo para crear un mapa completo y, además, les puede afectar la variabilidad diaria; y los rovers sólo pueden observar una localización. El Webb también tendrá una resolución espectral excelente y la ausencia de una atmósfera que en la Tierra afecta a las mediciones sobre el terreno.

Marte es hoy un desierto muy frío con una atmósfera de dióxido de carbono 100 veces más delgada que la de la Tierra, pero las evidencias sugieren que en la historia temprana del Sistema Solar tuvo océanos de agua. Una gran parte del agua de Marte se perdió a lo largo del tiempo debido a la luz ultravioleta del Sol, que rompió las moléculas de agua. "Con el Webb podremos obtener una medición real y precisa de la relación cuantitativa de H2O [agua normal] y HDO [agua pesada] en Marte, que nos permitirá saber cuánta agua se perdió realmente. También podremos determinar cómo se intercambia el agua entre el hielo polar, la atmósfera y el suelo", asegura Gerónimo Villanueva, un astrónomo planetario del Goddard Space Flight Center. Actualmente, la mayor parte del agua de Marte estaría aprisionada en forma de hielo, pero existe la posibilidad de que todavía exista algo de agua líquida en acuíferos subterráneos. Y esos depósitos potenciales incluso podrían contener vida, según la NASA.