Los fósiles (un cráneo parcial desarticulado, mandíbulas incompletas, bula timpánica izquierda y hueso periótico, dos vértebras torácicas...) fueron hallados en enero de 1988 en el valle de Hakataramea, en la región de Canterbury, en la isla Sur de Nueva Zelanda, pero han sido analizados y descritos en fechas recientes por Cheng-Hsiu Tsai y Robert Ewan Fordyce en Royal Society Open Science. Los restos fósiles corresponden a un nuevo género y especie de ballena barbada extinta: Toipahautea waitaki, que vivió hace unos 27,5 millones de años, a finales del Oligoceno. "La antigüedad de Toipahautea a comienzos del Chattiense lo convierte en uno de los primeros, sino en el más antiguo en ser nombrado, de los misticetos o ballenas barbadas sin dientes, lo que sugiere que la transición completa desde las ballenas dentadas hasta las ballenas barbadas probablemente ocurrió a comienzos del Oligoceno", afirman los autores del estudio.

Los fósiles corresponden, por tanto, a uno de los primeros miembros de los misticetos o ballenas barbadas, que incluyen a las actuales ballenas francas o a las ballenas jorobadas y que tienen barbas en lugar de dientes: filas de láminas que cuelgan del maxilar superior en sustitución de la dentadura. El agua entra libremente en la boca abierta de la ballena y, cuando la expulsa hacia fuera, las barbas de la ballena retienen el alimento dentro, actuando por tanto como un filtro. "Vamos a encontrar especímenes de ballenas barbadas más antiguos, es tan cierto como que el sol sale por el este", asegura Fordyce. "Pero ahora mismo el linaje de las ballenas barbadas modernas tiene, al menos, 27,5 millones de años de antigüedad", añade en el artículo publicado en la edición internacional de National Geographic. Las primeras ballenas todas tenían dientes, como el cachalote actual, pero posteriormente algunas los perdieron y desarrollaron en sus bocas esas láminas elásticas y flexibles que usan para filtrar pequeñas presas com el kril.