La Tierra posee pseudosatélites que orbitan junto a la Luna: son las llamadas nubes de Kordylewski, observadas por el astrónomo polaco Kazimierz Kordylewski en 1961 y que en realidad son concentraciones de polvo interestelar procedente tanto del origen del Sistema Solar como de los cometas y meteoros. "Hay dos nubes de polvo de Kordylewski, posicionadas alrededor de los puntos de Lagrange L4 y L5 del sistema Tierra-Luna.
Hemos detectado polarimétricamente la nube de Kordylewski alrededor del punto L5 y ahora estamos tratando de detectar la del punto L4", explican Gábor Horváth y Judit Slíz-Balogh, ambos de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest (Hungría) y los principales autores de un estudio publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, a National Geographic España. "La existencia de estas nubes es controvertida porque son extremadamente tenues y porque, según la opinión especulativa de ciertos astrónomos, la perturbación gravitatoria del Sol debería de 'barrer' las partículas de polvo atrapadas", afirman. Entonces... ¿cómo se mantienen en órbita alrededor del planeta Tierra?

La Luna es el único satélite natural de la Tierra: gira alrededor de nuestro planeta con una órbita elíptica y en sentido antihorario. Imaginemos una línea recta entre la Luna y la Tierra: a 60º a la izquierda de esta línea se encuentra el punto de Lagrange L4 y a 60º a la derecha de esta línea el punto de Lagrange L5. La combinación de las fuerzas gravitatorias y centrífugas en los puntos L4 y L5 es mínima; estos puntos son teóricamente estables y, por tanto, las partículas interplanetarias con las velocidades apropiadas pueden quedar atrapadas en esos puntos.
"Más allá de Kordylewski, unos pocos astrónomos también vieron la nube de polvo del punto L5 a simple vista. Es más, en 1966 la NASA organizó en cuatro ocasiones una campaña de observación visual exitosa desde un avión: los observadores describieron a simple vista y desde el avión unas nebulosidades muy tenues cerca de los puntos L4 y L5, pero actualmente nadie las ha visto a simple vista, quizá por la luz y por la contaminación atmosférica", comentan Horváth y Slíz-Balogh.
Esos puntos son teóricamente estables y por eso se quedan atrapadas las partículas interplanetarias
Las partículas de estas nubes de polvo no residen en esos puntos durante mucho tiempo, astronómicamente hablando, pero las nubes mismas parecen tener una ubicación permanente desde el nacimiento del sistema Tierra-Luna, por lo que podrían ser bastante relevantes para la futura exploración espacial. "Por ejemplo, ciertas misiones espaciales incluyen el estacionamiento de satélites en los puntos de Lagrange, donde el consumo de combustible es mínimo para permanecer en órbita. Eso incluye al próximo telescopio espacial James Webb, que se deberá de desplegar en el punto de Lagrange L2 en algún momento de la década del 2020", revela Horváth en un artículo sobre el mismo tema publicado en la edición internacional de National Geographic.