Los históricos motores F-1 de las misiones tripuladas Apolo 12 y Apolo 16 (la segunda y la quinta en alunizar), que impulsaron los potentes cohetes Saturno V a la Luna, fueron recuperados en 2013 por las Expediciones Bezos (de Jeff Bezos, el fundador de Amazon), tras permanecer más de cuarenta años en el fondo del océano Atlántico, a mayor profundidad que el Titanic. "Los restos sumergidos eran los últimos vestigios perdidos de las primeras aventuras a otro mundo. Los artefactos envejecidos y esculturales todavía muestran las cicatrices de su servicio y de su reposo en las profundidades", expresa en una nota de prensa el Museo de Aviación en Seattle, en Estados Unidos.

La nueva exposición permanente Apolo, inaugurada el pasado 20 de mayo, muestra por primera vez al público los restos perdidos en el océano de las misiones Apolo de la NASA, además de otros objetos únicos de la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética en los años sesenta. En la exposición también se pueden contemplar rocas lunares, un vehículo todoterreno empleado por los astronautas en la superficie lunar, la única sonda de aterrizaje Viking Lander (para la exploración de Marte) que hay en la Tierra, trajes espaciales y el primer módulo de mando del programa Apolo, entre otras cosas.