Si no existiera la ciencia y nos aferráramos al mundo de lo místico, podríamos pensar que estas hileras de fuego fatuo azul que nacen del suelo y desaparecen a escasos centímetros de la superficie son cosa de brujas y meigas. No, evidentemente no se trata de ningún tipo de fenómeno fantasmagórico inexplicable, sino de algo mucho más mundano: gas metano.

En esencia se trata de metano producido por la vegetación muerta en descomposición. Este gas se va a cumulando en los huecos subterráneos y en el momento que se filtra y se enciende (en este caso por la erupción volcánica), produce llamas de este curioso color azulado.

Este proceso se produce, según los científicos, más habitualmente en las zonas pavimentadas. Al estar estas carreteras construidas sobre materia orgánica, es más probable que se haya quedado gas metano atrapado bajo las mismas. Al salir al exterior estas pequeñas bolsas de gas metano y entrar en contacto con la lava, comienza la combustión y de esta manera las vistosas llamas azules.

Dichas llamas son solo visibles por la noche y, evidentemente, duran el tiempo que tarda en consumirse el metano. Estos dos factores imposibilitan saber exactamente el tiempo que llevan ardiendo y por tanto la cantidad de metano que se generó y se ha filtrado.

Otro lugar donde se da este fenómeno es en el volcán Kawah Ijen, en Indonesia, donde las coloridas llamas están causadas por gases sulfúricos; y en el volcán Dallol, en Etiopía, donde el culpable del color azul de las llamas es el polvo de azufre del suelo de la región.