En el año bisiesto de 1908 vivió gente como Marie Curie, Rasputín, Gandhi, Albert Einstein, Adolf Hitler o Al Capone. En la mañana del 30 de junio, hace hoy 108 años, algo ocurrió en el corazón de Siberia. Hoy se conoce como el evento de Tunguska porque nadie sabe exactamente qué ocurrió. Hay fotos posteriores, pocas, pero las hay. Árboles tumbados y unos pocos en pie, completamente pelados. No es la típica imagen de deforestación amazónica. El hombre no intervino en el evento de Tunguska. Fue un evento natural, una especie de explosión. Los lugareños, y gente situada a decenas de kilómetros de distancia, lo describieron como un resplandor en el cielo, tan brillante como el Sol, que rompió los cristales de las ventanas y tiró a hombres y a caballos al suelo. La hipótesis plausible es que fue un cuerpo celeste que se volatilizó antes de tocar el suelo, probablemente el fragmento de un cometa. Curiosamente cayó en Siberia, uno de los territorios más despoblados del planeta. Podría haber caído en Londres, en La Habana o en Bangkok. Hubo víctimas animales, pero no humanas. Un agorero podría decir que fue un aviso de lo que le esperaba al mundo en el siglo XX, pero para la ciencia fue un impacto potencialmente peligroso provocado por un cuerpo celeste que superó el escudo atmosférico.
Hoy es 30 de junio y por suerte no se espera ningún impacto. Tenemos a la NASA, a la ESA y a otras agencias espaciales. Sin embargo, en febrero de 2013 se produjo otro evento meteórico, conocido como el bólido de Cheliábinsk, que de nuevo ocurrió en Rusia, en la zona de los Urales, y que dejó cientos de heridos y hospitalizados, sobre todo debido a la onda expansiva. El meteoroide era un fragmento viejo y reducido cuando sobrevoló Rusia, pero su impacto fue tremendo. Ninguna agencia espacial supo predecir este acontecimiento. Cada vez se habla más sobre la vulnerabilidad terrestre. ¿Demasiado catastrofistas?
Cada vez se habla más sobre la vulnerabilidad terrestre... ¿Somos demasiado catastrofistas?
Brian May, el genio guitarrístico de Queen, cree que no. Sus argumentos no son retorcidos. May es uno de los guitarristas más grandes de todos los tiempos, pero también es un astrofísico que frecuentó el Observatorio del Teide en los años setenta y que completó su tesis doctoral en 2007. Siete años después fundó el Día del Asteroide junto con el cineasta Grigorij Richters, autor de la película de ciencia ficción 51 Degrees North, sobre el impacto de un asteroide en Londres y sus efectos en la sociedad humana. La música es de Brian May, quien consiguió abrir un debate internacional sobre las terribles consecuencias que podría tener el impacto de un asteroide en la Tierra, desde una destrucción limitada hasta una gran extinción, como la que supuestamente mató a los dinosaurios. El Día del Asteroide se celebra el 30 de junio en recuerdo del evento de Tunguska y hoy se cumple la segunda edición. Su manifiesto, conocido como 100X Declaration, ha sido firmado por más de 200 astronautas, científicos, Premios Nobel, dirigentes empresariales y artistas. "Cuanto más sabemos sobre el impacto de asteroides más claro está que hemos vivido de prestado", afirma May. En la Tierra no cabe duda de que el hombre es un lobo para el hombre y... ¿ahora resulta que hay que hacer frente a una amenaza exterior? ¿Realmente se puede hacer algo al respecto?
En la película catastrofista Armageddon, protagonizada por Bruce Willis, introducen una bomba dentro de un asteroide que avanza directo hacia la Tierra y, aunque parezca mentira, en el mundo real se barajan técnicas similares, por ejemplo la desviación de un asteroide mediante armas nucleares. Pero para llevar a cabo semejante fantasía habría que detectar la amenaza con varios años de antelación. "Una alerta temprana es el ingrediente esencial para la defensa planetaria", sostiene Rusty Schweickart, astronauta de la misión Apolo 9 y presidente del Grupo de Expertos del Día del Asteroide. Este es precisamente el cometido del Día del Asteroide: utilizar la tecnología avanzada para detectar los asteroides potencialmente peligrosos, estudiarlos, conocerlos mejor y, en caso necesario, tomar medidas preventivas para evitar una catástrofe, por ejemplo la evacuación de zonas vulnerables.