¿Cómo comenzó tu amor a la montaña? ¿En algún momento soñaste con subir el Everest?
Patxi Fernández: Nací en un pequeño pueblo del Pirineo, rodeado de montañas y con unos padres aficionados a la naturaleza. Desde muy pequeño empecé a ir al monte, a veces acompañando a montañeros que venían a mi pueblo a hacer ascensiones, y enseguida la montaña fue mi principal afición, mi pasión y mi vida empezó a girar alrededor de ella. El Everest siempre lo vi como una montaña muy lejana y solo accesible a unos pocos como Messner, Habeler o Diemberger. Hasta mi ascensión al Cho Oyu, no lo veía como una cumbre a la que intentar subir, pero tras tenerlo enfrente desde la cumbre, lo tome como meta y fue objeto de mis sueños.
¿Qué sensaciones tuviste mientras ascendías? ¿Y cuando llegaste a la cumbre?
Patxi Fernández: Nuestra expedición estaba compuesta por un grupo de 6 amigos con los continuamente estaba yendo al monte y ya habíamos compartido otras expediciones. Por eso toda la ascensión fue un placer para mí. En cada tramo trabajábamos juntos, nadie escatimaba esfueszos, no veíamos problemas, estábamos totalmente ilusionados y fuimos abriendo el camino y equipándolo, sin importarnos que otras expediciones se aprovecharan de nuestro trabajo. La llegada a la cima también fue un placer. Llegué con mi compañero Pitxi, fuimos la primera cordada que subía aquella temporada, nos abrazamos, contemplamos las cimas del Himalaya que nos rodeaban, todas ellas muy por debajo, intentando identificarlas y recordar sus nombres. Realmente disfrutamos.
¿Crees que el montañismo ha cambiado?
Patxi Fernández: El montañismo en general ha cambiado. Ahora hay muchas variedades de realizar montañismo, pero en lo relativo al Everest ha cambiado muchísimo. Desde las grandes expediciones nacionales, se pasó a expediciones mucho más ligeras como pudo ser la nuestra y después a las expediciones organizadas por agencias que son la mayoría de las actuales. Eso hace que también haya cambiado el perfil del montañero. Ya no suben sólo montañeros al uso. Ya no hace falta tener una gran ilusión por la montaña y que tu vida gire entorno a ella. No es necesario perder semanas y meses en hacer gestiones burocráticas con Nepal, en organizar toda la logística (antes no había internet ni los medios actuales de comunicación). Ahora simplemente basta con tener los medios económicos y apuntarte a una agencia. Toda esa labor previa ha desaparecido y era el filtro para seleccionar que los que fueran eran realmente montañeros, que sabían lo que querían y a donde iban.
¿Qué peligros acechan al Everest? ¿Crees que está realmente masificado?
Patxi Fernández: El principal problema creo que es morir por exceso de éxito. El ser la montaña más alta va a condicionar que sea siempre un objetivo. Además, las actuales tecnologías permiten prever la meteorología con gran precisión, por lo que las expediciones saben con antelación los días que van a tener buen tiempo y programan la ascensión para esos días, coincidiendo todos sus clientes-montañeros en los mismos sitios.
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