¿Cómo comenzó tu amor a la montaña? ¿En algún momento soñaste con subir el Everest?

Alberto Iñurrategi: El amor a los 23 años es otra cosa. Si hablamos de emoción, ya la encontrábamos cerca de casa, fuera en Atxarte, en el Naranjo de Bulnes, en los Pirineos… Si hablamos de ilusión, bastaba con la posibilidad de repetir experiencia cualquier fin de semana. Lo del Everest fue miedo, fue superación y terminó siendo satisfacción.

Puedes contarnos las sensaciones de la ascensión y lo que sentiste en la cima.

Alberto Iñurrategi: Solo de vuelta en casa pudimos hacernos a la idea de la dimensión que tal vez llegó a representar aquel reto de un Everest sin oxígeno artificial en 1992. Habíamos llegado a la montaña con más ganas que experiencia y, eso sí, con la motivación de una juventud casi extrema. Un Everest transitado y un postmonzón generoso facilitaron alcanzar el objetivo.

Alberto Iñurrategi intentó el ascenso al Everest en estilo alpino en 2006 y 2010.
Foto: Alberto Iñurrategi

¿Crees que el montañismo ha cambiado? ¿Qué peligros acechan al Everest?

Alberto Iñurrategi: Desde el hito que significó la cumbre de 1953, el Everest ha vivido una profunda transformación: de ser una montaña que parecía reservada a los alpinistas más experimentados a ser el “ochomil” más ascendido; se ha convertido en lo más parecido a un objeto de consumo. Tristemente, en lugar de mejorar nuestras capacidades para ponerlas al nivel de la montaña, rebajamos la montaña al nivel de nuestras incapacidades. Es lo que se visualiza con las cuerdas fijas hasta la cumbre, el uso de oxígeno artificial y la ayuda desmesurada de sherpas entre otras evidencias.

Iñurrategi se convirtió en ese momento en el montañero más joven en ascender el Everest sin oxígeno.
Foto: Alberto Iñurrategi

¿Está el Everest realmente masificado?
Alberto Iñurrategi: Nos escandalizan las hileras de montañeros camino a la cumbre. Pero, ¿cuál es la diferencia con las multitudes en el Mont Blanc, el Aneto, el Aconcagua o el Kilimanjaro para cuyo entorno esas muchedumbres representan una fuente apreciable de ingresos? ¿Tendrían que renunciar a ese recurso los muy necesitados pueblos del Himalaya? Hay voces que piden que se limite el número de permisos, que se exija una mínima experiencia… Pero no nos engañemos: el problema no está en el Everest, lo tenemos nosotros.

Ver el reportaje completo de "Españoles en el Everest, la conquista de la cima del mundo".

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