Poco después del descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922, varias muertes desataron la idea de una maldición oculta que perseguiría a quienes habían profanado la tumba del rey. Sin embargo, la ciencia actual cree que ciertos tipos de hongos podrían haber sido los causantes de la muerte de algunas personas presentes en la apertura de la tumba, como por ejemplo, lord Carnarvon.