Es uno de los faraones más conocidos, pero la realidad es que el reinado de Tutankamón fue corto y difícil. Entronizado con apenas nueve años, el clero de Amón quiso convertirlo en el símbolo de la restauración de los antiguos dioses después del monoteísmo del “hereje” Akenatón. Reinó durante una década, muriendo alrededor de los 20 años en circunstancias que siguen siendo objeto de debate, y fue enterrado en un discreto hipogeo en el Valle de los Reyes. Allí quedaría en el olvido durante más de 3.000 años hasta que el arqueólogo Howard Carter abrió la pared de su tumba casi intacta y, a la pregunta de si veía algo allí, respondiera “sí… cosas maravillosas”. Pero lo que nadie esperaba era que varias muertes entre el círculo relacionado directamente con el descubrimiento del tesoro de Tutankamón reforzara la creencia de la maldición de los faraones, que caía sobre aquellos que osaban desafiar su descanso.