Hace 13.800 millones de años todo nuestro universo estaba contenido en un punto inimaginablemente denso y caliente, mucho más pequeño que una partícula subatómica.En billonésimas de segundo, se expandió de forma colosal y hoy sigue haciéndolo, aunque un ritmo más pausado. Tras esa gran inflación, los quarks –o partículas subatómicas– se agruparon formando protones y neutrones. Luego, se conformaron los primeros núcleos atómicos y, después, los átomos en sí mismos.
Esa organización de las partículas permitió a los fotones circular libremente, iluminando el cosmos con una luz tenue. Sin embargo, el universo continuó siendo un lugar oscuro, hasta que, en un período comprendido entre 380.000 años y 300 millones de años después del Big Bang, se constituyeron las primeras estrellas, en cuyo interior tienen lugar potentes procesos de fusión nuclear.
La radiación emitida por estrellas y galaxias nos brinda hoy la fuente de luz más potente para estudiar el universo. En el LHC se intenta recrear las condiciones que había instantes después del Big Bang, inmediatamente después del momento cero, hasta hoy desconocidas.