Donatello, Masaccio, Filippo Lippi, Ghirlandaio, Botticelli, Miguel Ángel, Bronzino, Leonardo, Rafael, Vasari son nombres estrechamente ligados a Florencia y es difícil no cruzarse con sus obras al recorrer la Ciudad del Renacimiento. Las huellas de literatos, como Dante Alighieri y su Divina Comedia, el pionero laboratorio fotográfico de los hermanos Alinari, convertido en Museo de la Historia de la Fotografía atestiguan que la relación entre Florencia y la cultura no ha cesado.
En el año 59 a.C. los romanos fundaron Florentia como puerto fluvial, aunque no fue hasta el siglo XI con la condesa Matilde de Toscana (1046-1115) cuando empezó a hacer honor a su nombre y floreció. Ahora, entre los lugares imprescindibles que ver en la ciudad se encuentran conventos e iglesias, residencias diseñadas por grandes arquitectos y artistas y otras obras maestras garantizadas por la pujanza de las órdenes religiosas.
Florencia es una ciudad especialmente agradecida para visitar porque resulta abarcable y es, en gran parte, peatonal. El río Arno y los siempre visibles campanarios, torres y cúpulas de los edificios principales ayudan a ubicarse en una ciudad con cuatro barrios históricos en los que se puede subdividir el paseo: Duomo, Santa María Novella, Santa Croce y Oltrarno.
En el Duomo sobresale la genial cúpula de Brunelleschi, el Campanario de Giotto, el elegante Baptisterio octogonal y el Museo dell’Opera, donde se conservan y restauran la obras maestras de la Catedral. Cerca se encuentra la basílica de San Lorenzo, con la cripta de los Médicis, y la Accademia dell’Arte, otra visita ineludible para admirar el David de Miguel Ángel, entre otros muchos clásicos. Para llegar a la plaza de la Repubblica diversos palacios repartidos por las callejuelas guían el camino.
La plaza de la Signoria, donde se erigen el Palazzo Vecchio, residencia de los Médicis, y la Galería de los Uffizi, es el punto de partida para asomarse a lugares que el turista no suele conocer, como puede ser el museo de Gucci, ubicado en un palacio del siglo XIV, o la farmacia-perfumería de la iglesia de Santa María Novella, ubicada en el antiguo claustro.
El barrio de Santa Croce toma nombre de la basílica franciscana en la que se enterró a Machiavello. La Piazza dei Ciompi, con su mercadillo diario de antigüedades, permite respirar la vida de la ciudad y descubrir piezas únicas entre las que se pueden encontrar algún que otro tesoro.
Al cruzar el puente hacia el barrio de Oltrarno se muestra el Palacio Pitti, la iglesia del Santo Spirito, los frescos de Massaccio en Santa Maria del Carmine y el Jardín de Boboli, pero también sus calles guardan mucho encanto. En ellas, restauradores, galeristas, bordadoras, cesteros, encuadernadores, vidrieros, ceramistas, enmarcadores, ebanistas y sombrereras crean objetos inusuales y genuinos en bodegas y talleres que es un placer descubrir.
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Idioma oficial
Italiano
Visado
No