En la Edad Media, Brujas fue la principal ciudad portuaria de Europa hasta el siglo XV. Apodada la Venecia del Norte, conserva una fisonomía marcada por sus canales y puentes. A 100 km de Bruselas, esta localidad es dueña del mayor centro medieval de Europa, declarado Patrimonio de la Humanidad, que aglutina lonjas, casas gremiales, palacios e iglesias que hablan del rico pasado de esta ciudad manufacturera y comerciante que atrajo a la corte y a numerosos artistas.
Rodeada todavía por tramos de su antigua muralla, Brujas atesora edificios maravillosos, fáciles de enlazar callejeando a pie, en bicicleta, en calesa o navegando en barcaza por canales que deparan una perspectiva distinta. El recorrido más habitual y completo sigue el canal Central desde el embarcadero del lago de los Enamorados, en el Parque Minnewater, y prosigue por otros rincones imprescindibles de la ciudad.
Una de las primeras paradas del circuito en barca es frente al Begijnhof, un beaterio fundado el año 1245. Rodeado por un muro con foso, esconde un recinto de casitas blancas en torno a un jardín. Durante la Edad Media estaba destinado a acoger a beguinas, mujeres laicas que consagraban su vida a la oración y a los enfermos. En 1927, una comunidad de monjas tomó el relevo y, desde entonces, acoge un convento. A poca distancia, el Hospital de San Juan, también medieval, exhibe cuadros del pintor flamenco Hans Memling.
Brujas cuenta con dos construcciones muy llamativas: la torre de la iglesia gótica de Nuestra Señora, cuya aguja de ladrillo de 123 metros es la más alta de Brujas y la segunda del mundo y la torre del campanario de la catedral de San Salvador, también construida durante el esplendor de la ciudad, en el siglo XIII. Un recorrido completo por la ciudad lleva al visitante por calles y plazas adoquinadas hasta el palacio Gruuthuse, transformado en museo donde se muestra cómo vivía la rica familia. A dos pasos, el Museo Groeninge resulta imprescindible para los aficionados a la pintura flamenca, con obras de los maestros Jan Van Eyck o Hugo van der Goes, entre otros.
Las calles Dijver y Wollenstraat acercan en pocos minutos a la espaciosa plaza Grote Markt, el auténtico corazón de Brujas, que desde hace siglo acoge el mercado y que es el punto de partida de muchas guías de la ciudad. Está flanqueada por edificios del siglo XVI que alojan cervecerías y restaurantes. En ella sobresalen el palacio Provincial, neogótico, sede de la oficina de turismo y del museo Historium, y otra torre emblemática, la esbelta Belfort, un campanario del siglo XIII que toca las horas con más de 40 campanas.
La Grote Mark está conectada con la monumental plaza Burg a través de la calle Breidel, flanqueada por chocolaterías y tiendas que venden labores de puntilla. A su alrededor hay rincones llenos de encanto, como el Callejón del Asno Ciego, por el que se accede al Vismark o antiguo mercado del pescado y el Rozenhoedkaai, un ajetreado muelle de mercancías en la Edad Media.
Salir del anillo del centro histórico permite pasear por el barrio de Santa Ana, en el este de la ciudad, o dar un relajado paseo por el Parque Kruisvest. Rodeados de verdes praderas se alzan cuatro molinos del siglo XVIII, únicos supervivientes de los muchos que circundaban esta ciudad flamenca en su época de esplendor. Sin embargo, son muchos aquellos que escogen visitar, aprovechando su proximidad a Brujas, las ciudades de Amberes y Gante, conectadas entre ellas por una red de canales y ríos navegables.
País
Bélgica
Moneda
Euro (€)
Idioma oficial
Flamenco
Visado
No
Cuándo ir
Cualquier época es buena para ir, pero abril, además de ofrecer unas temperaturas más agradables, es la época en la que se celebra el famoso Festival del Chocolate.