Exactamente a las 9:31 GMT (10:31 CET) del 14 de marzo de 2016, desde Baikonur, en Kazajistán, un lanzador Protón-M ha enviado fuera de la atmósfera terrestre todo el instrumental de la misión ExoMars. Es decir el Trace Gas Orbiter (TGO) y el módulo Schiaparelli, que comprobará el correcto funcionamiento de distintas tecnologías de entrada, descenso y aterrizaje en la superficie del planeta vecino.
El lanzamiento, operado por la agencia espacial rusa Roscosmos, ha sido un éxito y la misión ExoMars llegará a Marte dentro de siete meses aproximadamente. Una vez allí, su principal objetivo será estudiar la posibilidad de que exista o haya existido vida en el planeta rojo.
Como ha explicado el director general de la Agencia Espacial Europea, Johann-Dietrich Woerner “ha sido un largo viaje hasta poder lanzar la misión ExoMars, pero gracias al gran trabajo y la dedicación de nuestros equipos internacionales se ha podido comenzar una nueva era en la exploración de Marte”.
Schiaparelli tardará 6 minutos en adentrarse en la atmósfera de Marte
El 19 de octubre, Schiaparelli tardará 6 minutos en adentrarse en la atmósfera de Marte y aterrizar en su superficie. Gracias a esta maniobra el aparato comprobará el correcto funcionamiento de las tecnologías para la entrada, descenso y aterrizaje desarrolladas recientemente y que se utilizarán en futuras misiones. Además realizará diversos estudios científicos como por ejemplo, los primeras mediciones del campo electromagnético del planeta o la concentración de polvo atmosférico.
Por otro lado, ese mismo día TGO entrará en una órbita elíptica alrededor de Marte que durará 4 días. Después, deberá pasar un año utilizando la somera atmósfera de Marte para reducir lentamente su órbita circular a 400 km de altura, y así comenzar con su misión científica para analizar los gases que rodean nuestro planeta vecino.
TGO también tomará imágenes de la superficie para conseguir detectar accidentes geográficos relacionadas con las emisiones de gases, cómo los volcanes, además de intentar detectar depósitos de agua subterránea. Todo ello ayudará a los científicos a elegir zonas de aterrizaje para futuras misiones de exploración.