Explosión de clorofila

Los bosques más bellos del mundo: respirando naturaleza

Cuevas, cascadas, robles centenarios, menhires, araucarias y grandes extensiones de bambú. Un ruta por los rincones más verdes e impresionantes de nuestro planeta.

Adentrarse en la espesura de un bosque es regalar a nuestros sentidos una mezcla de colores, aromas y texturas. Dependiendo de la época del año, la vegetación de esta pieza de arte puede variar su tonalidad y sus formas. El olor a musgo, a la resina de la madera recién cortada, a hierba húmeda o a los aromas florales que emanan dél son algunas de las esencias que lo identifican. Igual que su silencio, solo interrumpido por el crujir de las ramas, el viento, o el sonido de las especies que lo habitan.

 

Los bosques son un ecosistema repleto de vida. De ellos dependen un 80% de los animales o vegetales que se encuentran en ellos, además del ser humano, quien lo ha necesitado a lo largo de los años para su supervivencia. Según Naciones Unidas, más de 2.000 culturas indígenas viven de ellos. Hace solo ocho mil años, estas vastas extensiones naturales ocupaban prácticamente la mitad de la tierra. Hoy, a causa de la imparable deforestación, los bosques solo cubren un tercio de la superficie del planeta.

Los bosques también han demostrado ser una pieza clave en el abastecimiento de agua dulce, ya que sirven como filtros naturales. Según datos publicados por Naciones Unidas, un tercio de las grandes urbes del mundo obtienen el agua potable de zonas forestales protegidas. El cambio climático también está influyendo de forma negativa en la disponibilidad de los recursos hídricos, por lo que el respeto por el medio ambiente es indispensable para favorecer su continuidad.En esta lista os dejamos algunos de los 10 bosques más impresionantes del mundo: desde España hasta Nueva Zelanda pasando por Canadá, la Patagonia argentina, California, Inglaterra, Croacia, la Selva Negra, Chile o Japón.

 

Selva de Tailandia
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Juegos de luz en la Selva de Tailandia

Salir de Bangkok, la capital tailandesa, y dirigirse hacia la provincia de Kanchanburi, 120 kilómetros al oeste, equivale a penetrar en un paraíso de bosques caducifolios y murmullos de agua. De los siete parques nacionales de Kanchanburi, el de Erawan es sin duda el más espectaular. El 80% de su superficie está tapizada de árboles que en otoño mudan el color de sus hojas del verde al oro. En medio de esta espesura, la cascada Erawan vuelca sus aguas en un lago esmeralda. Ardillas voladoras, monos y numerosas aves habitan este idílico rincón de Tailandia.

 

Broceliande
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El bosque mágico de Broceliande

El «espejo de las hadas», la «roca de los falsos amantes» y el «árbol de oro» parecen lugares imaginarios y, sin embargo, existen en el bosque de Paimpont, más conocido como de Broceliande. La leyenda del mago Merlín reside en cada árbol, arroyo y piedra de esta área forestal de 7.000 hectáreas situada a 30 kilómetros de Rennes, en el corazón de Bretaña. El lugar lleva habitado más de 5.000 años, desde el neolítico, como demuestran los numerosos menhires dispersos por la zona. Uno de ellos ha acabado siendo considerado la tumba de Merlín, el lugar donde el hada Viviene encantó a su amado mago para que no abandonara nunca Broceliande. El castillo de Comper, que según se cuenta fue la residencia del padre de Viviene, hoy es la sede del Centro Arturiano, una institución dedicada a divulgar las leyendas artúricas y también el valor natural de estos bosques. Las excursiones guiadas conducen entre rocas cubiertas de musgo y hojarasca hasta árboles históricos, como el roble de Guillotin (en Concoret), de casi 1.000 años y 9,65 metros de circunferencia, o el roble de Hindrés, a pocos metros de la tumba de Merlín el encantador.

 

Giant Forest
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Giant Forest, un hogar para gigantes en California

En el área de Kings Canyon y dentro del bosque Grant Grove vive otra secuoya gigante: el General Grant, de 81 metros de alto. Sobre estos ejemplares colosales se puede aprender mucho en el Giant Forest Museum, una hora al norte de la entrada de Ash Mountain. Por otra parte los centros de visitantes de Foothills, Lodgepole y Kings Canyon cuentan también con excelentes exposiciones sobre fauna y flora. Sequoia & Kings Canyon suele formar parte del viaje que desde la ciudad de San Francisco visita el Parque Nacional Yosemite y el monte Whitney, de 4.418 metros.

ARAUCANÍA
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Araucanía, la gran floresta chilena

La araucaria, la conífera que da nombre a toda una región en Chile, caracteriza el paisaje del Parque Nacional de Conguillío, emplazado 800 kilómetros al sur de Santiago. Una red de senderos cruza los bosques en torno al gran lago Conguillío y se acerca hasta la base del volcán Llaima, cuya última erupción fue en enero de 2008. Las rutas guiadas ayudan a observar algunos de los animales más singulares del parque, como la güiña o gato colorado, el cisne de cuello negro, la lagartija café de rayas, el sapo de papilas y el tollo de agua dulce. Además de trekkings, también se hacen excursiones en barco por el lago. Se accede al parque por carretera desde la localidad de Temuco, capital de la provincia de Cautín, a 150 kilómetros.

 

Sagano
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Pasear entre los bambús de Sagano en Japón

Apenas media hora de tren separa la preciosa ciudad de Kioto del magnífico bosque de bambú de Sagano, en el distrito de Arashiyama. Mencionado en La historia de Genji, libro del siglo XI, este parque despliega en otoño una amplia gama de colores que convierten en una delicia pasear a pie o en bicicleta entre bambús de 50 especies y hasta 20 metros de altura. La luz produce efectos distintos según avanza el día, mientras que de noche, los senderos iluminados parecen adentrarse en un escenario mágico donde el viento silba viejas melodías. Antiguo lugar de retiro de la nobleza japonesa, el parque contiene, además, el templo budista Tenryuji (siglo XV), declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994.

SAVERNAKE FOREST
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Savernake Forest, la campiña inglesa

El bullicio de las calles londinenses parece un sueño lejano cuando uno se sienta bajo la cúpula dorada de Savernake Forest, en el condado de Wiltshire y cerca de la ciudad de Marlborough. Aquí el rey Enrique VIII conoció durante una de sus salidas de caza a Jane Seymur, madre de su único hijo, Eduardo VI. Este bosque de robles y hayas centenarios –2.600 y 2.400, respectivamente, de entre 400 y 600 años– apenas ha cambiado de aspecto desde aquellos tiempos y sus 1.100 hectáreas son ahora consideradas un lugar de especial interés científico por su excelente conservación. En primavera el suelo queda cubierto por el violeta de los jacintos, mientras que en otoño las hojas caídas forman un manto de tonos ocres.

 

Patagonia
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Los bosques de otoño patagónicos

El impresionante glaciar Perito Moreno es la estrella del Parque Nacional de los Glaciares, en la provincia argentina de Santa Cruz. Esta reserva cuenta también con el atractivo de sus bosques de lengas y ñires, unas hayas australes que en otoño tiñen progresivamente sus hojas de amarillo, ocre y rojo. Fundado en 1931 y declarado Patrimonio Mundial en 1987, el parque dispone de senderos desde los que se observan algunos de los animales más característicos de la región –puma, carpintero negro patagónico y cóndor– además del calafate, un arbusto cuyo fruto dicen que tiene el poder de hacer regresar a quien lo come. En el extremo norte del parque se halla el monte Fitz Roy, un coloso de granito y 3.359 metros.

 

Plitvice
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Parque Nacional de los lagos de Plitvice, Croacia

Visto desde el aire, el Parque Nacional de Plitvice muestra claramente cómo el bosque llega hasta el mismo borde de las cascadas y lagos que lo conforman. Esta invasión vegetal es una agradable evidencia a lo largo del paseo que sube desde la entrada sur hasta la norte o durante el recorrido en barca por el lago Kozjak. Su peculiaridad reside en la variedad de árboles y colores: el inmutable verde de los pinos y abetos se mezcla en otoño con las hojas de las hayas, primero doradas y luego inflamadas de rojo. Esta riqueza vegetal es un hábitat perfecto para la nutria, el oso pardo, el ciervo rojo y cientos de especies de pájaros. La Unesco declaró el parque Plitvice Patrimonio de la Humanidad en 1979.

 

Gorbeia
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A la sombra de las hayas de Gorbeia, País Vasco

Límite de provincias y símbolo del excursionismo y la cultura vasca, el Parque Natural de Gorbeia es un lugar imprescindible. Los centros de interpretación de Sarria (Álava) y Areatza (Bizkaia) son el primer paso para conocer su paisaje moldeado por la geología y por la línea de cumbres que marcan la divisoria entre las aguas cantábricas y mediterráneas. Con el monte Gorbeia (1.480 m) como máxima altitud, los senderos del parque cruzan zonas calcáreas en las que se practica escalada y espeleología, praderas con rebaños de ovejas y cabañas de pastor, arroyos con molinos y bosques que llevan siglos siendo el escenario de leyendas. La miel, el queso y la sidra local serán el mejor reconstituyente tras una caminata.

 

Nueva Zelanda
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Un bosque de jade en Nueva Zelanda

La localidad de Karamea es, con solo 650 habitantes y asomada al mar de Tasmania, uno de los rincones más remotos de Nueva Zelanda. Uno de sus grandes atractivos es el Heaphy Track, el sendero de largo recorrido que se adentra en el Parque Nacional Kahurangi –el segundo más grande del país– a lo largo de 78,4 kilómetros. No es necesario caminar los 4 o 6 días requeridos para completar el sendero si lo que se busca es disfrutar de la exuberancia del bosque tropical. Durante el camino se pasa junto a helechos arborescentes, coníferas neozelandesas o podocarpos, hayas rojas, palmeras nikau y, en verano, orquídeas que florecen al pie de los árboles. El frondoso sotobosque es un confortable refugio para el kiwi y el weka, dos de las especies de aves no voladoras más singulares de Nueva Zelanda. El Heaphy Track fue abierto en 1860 por los buscadores de oro como vía de comunicación con el mar, pero ya hacía siglos que los maoríes se adentraban por esta senda en busca de pounamu, una variedad de jade con el que elaboraban desde herramientas y armas hasta delicados ornamentos.

Selva Negra
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Ruta por la Selva Negra alemana

Cerca de 6.000 kilómetros cuadrados de abetales se extienden entre las ciudades de Friburgo y Basilea, en el estado de Baden-Wurtemberg. Es la Selva Negra, cuyo nombre no hace honor a la variedad cromática que la cubre a lo largo de todo el año: del verde intenso veraniego a los ocres otoñales y al blanco del invierno. El sur alberga los paisajes más cálidos de Alemania, además de una naturaleza casi intacta de colinas y bosques que dan paso a prados y cultivos en torno a monasterios, granjas y pueblos; en las tierras bajas aparecen las ciudades de comerciantes, emplazadas a orillas de los grandes ríos navegables. Privilegiada conjunción de bosque y agua, recorrer la Selva Negra es un continuo descubrir de embalses, lagos –los más conocidos son el Titisee y el Schluchsee– y poblaciones termales que aún respiran el aire aristocrático del siglo XIX. Así sucede en Bad Krozingen y Baden-Baden, las estaciones balnearias más antiguas y famosas de Alemania. Entre las paradas ineludibles destaca St Peter por sus entramados de madera y su monasterio benedictino del siglo XI, y Triberg, que sorprende con un enorme reloj de cuco y una preciosa cascada.

 

La Gomera
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Plantas prehistóricas en La Gomera

El centro de La Gomera es un inmenso manto verde envuelto a menudo por una espesa niebla. Es el bosque de laurisilva de Garajonay, vestigio de la Era Terciaria. Esta «selva de laureles» fue declarada parque nacional en 1981 y, cinco años más tarde, la Unesco la reconocía como Patrimonio de la Humanidad. El nombre de Garajonay procede de la leyenda de dos amantes incomprendidos, la princesa gomera Gara y el guerrero tinerfeño Jonay, que se lanzaron desde el pico más alto de la isla. El Alto de Garajonay (1.487 m) no solo representa el emblema de aquella historia, sino que también es el objetivo de varios senderos que cruzan el parque. La ruta circular que empieza y acaba en el centro de información Laguna Grande es el itinerario más recomendable para admirar vistas increíbles desde lo alto, con las islas de El Hierro, La Palma y el volcán Teide despuntando a lo lejos. Los 9 kilómetros de recorrido se completan en 5 horas y pasan junto al mayor yacimiento de los gomeros primitivos, un recinto ceremonial casi en la misma cumbre. Entre las rutas cortas destaca la de media hora que lleva al mirador del Bailadero.

 

Ontario
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La explosión otoñal de Ontario

La animada Toronto es un estupendo punto de partida para sumergirse en los colores otoñales que tiñen los bosques de Ontario. Poco importa adónde se vaya, cualquiera de los parques de esta provincia propone excursiones de distinta duración a través de bosques que parecen sacados directamente de un cuadro: pinceladas de rojos, naranjas y amarillos sobre una base verde se reflejan en mil lagos y ríos. La explosión de color es tal que esta época del año se ha convertido en todo un acontecimiento para los canadienses. Las oficinas de los diferentes parques incluso realizan un seguimiento de la evolución de los colores de las hojas para recomendar un itinerario u otro. El mayor espectáculo tiene lugar en el parque Algonquin, pero hay más: Awenda, la península de Sleeping Giant, Restoule, Killbear, Charleston Lake y Samuel de Champlain. Los guías de los parques explican el porqué de los brillantes colores de estos bosques: la combinación de días soleados y cálidos con noches frías y secas. Un cóctel natural que, en la década de 1920, inspiró a los pintores paisajistas del «Grupo de los Siete» de Toronto.