Vikingos, los colonos de Groenlandia

Los noruegos se establecieron en la inhóspita Groenlandia durante casi 500 años, hasta que la abandonaron por razones que aún intrigan a los historiadores.

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Groenlandia, que geográficamente pertenece al continente americano, es la isla más grande del mundo después de la isla-continente de Australia, y el país más septentrional del planeta. El 83 por ciento de su territorio es una masa helada y desprovista de vida. Sin embargo, esto no fue impedimento para que un pueblo temido en toda la Europa medieval se instalara en este lugar desolado, yermo y, sobre todo, frío.

Gunnbjörn se convirtió en el primer europeo que divisaba el continente americano

La costa groenlandesa fue avistada por primera vez entre los años 900 y 930, de forma azarosa, cuando el navegante Gunnbjörn Úlf-Krakuson, perdido el rumbo y arrastrado hacia el oeste a través del océano, descubrió Gunnbjarnasker, o los islotes de Gunnbjörn, según se relata en la Saga de los groenlandeses; islas que actualmente, sabemos se encuentran en la costa suroeste del país.

De este modo, Gunnbjörn se convirtió en el primer europeo que divisaba el continente americano. Hoy, la montaña más alta de Groenlandia lleva el nombre de aquel intrépido viajero que, como los que le seguirían años más tarde, era un noruego asentado en Islandia. En esta tierra de frontera se instalaban quienes buscaban una salida a sus problemas o aspiraciones de índole económica, legal o política en Noruega; fueron los colonos noruegos de Islandia y sus descendientes quienes llevaron a cabo la épica gesta del poblamiento de Groenlandia.

La llamada de la Tierra Verde

Los islotes de Gunnbjörn tardarían medio siglo en parecer apetitosos a un nuevo aventurero. Hacia el año 978, Snæbjörn Galti Hólmsteinsson, pariente lejano del famoso Erik el Rojo, se convirtió en el primer nórdico que viajó desde Islandia a la costa oriental groenlandesa con el propósito de colonizarla. Su expedición pasó allí un invierno, pero acabó de forma trágica: los vikingos disputaron entre sí y las riñas culminaron en el asesinato del propio Snæbjörn; al fin, los dos únicos supervivientes decidieron regresar a Islandia.

El primer asentamiento

El primer asentamiento

Reconstrucción de la primera iglesia de Groenlandia, levantada para Thjodhild, la mujer de Erik el Rojo, en Brattahlid.

Foto: Peter Essik / Ngs

Las bautizó como Groenland, Tierra Verde: "la gente se sentiría mucho más tentada de ir allí si el lugar tenía un nombre atractivo"

En 982, Erik el Rojo (Erik Thorvaldsson) fue desterrado de Islandia tras ser acusado de asesinato. Entonces decidió poner rumbo a la tierra divisada por Gunnbjörn y dijo que sólo «volvería para visitar a sus amigos si encontraba aquel país». Según se relata en la Saga de Erik el Rojo, exploró la costa suroeste groenlandesa durante tres años y, después de comprobar que era habitable, regresó a Islandia con la noticia de que había encontrado nuevas tierras al oeste.

Las bautizó como Groenland, «Tierra Verde», porque dijo «que la gente se sentiría mucho más tentada de ir allí si el lugar tenía un nombre atractivo». De esta manera, Erik logró llevar consigo 25 barcos cargados con más de 500 personas, numerosos animales domésticos y toda clase de enseres, desde utensilios de cocina hasta aperos agrícolas. Pero sólo 14 naves llegaron a su destino; las otras se hundieron durante la travesía o regresaron a Islandia. Así, entre los años 985 y 986, los nórdicos establecieron en Groenlandia su primera colonia: la granja de Brattahlidladera pronunciada», que fundaron en Eriksfjord, «el fiordo de Erik».

El fiordo de Erik el Rojo

El fiordo de Erik el Rojo

Los nórdicos no se asentaban en la boca de los fiordos sino en su interior, más protegido del frío y el hielo. En la imagen, el fiordo de Erik el Rojo, en la región de Brattahlid.

Foto: Werner Forman / Gtres

La aventura americana

Hacia el año 1000, Leif Eriksson, un hijo de Erik el Rojo, decidió navegar hacia el oeste en busca de madera, un bien muy preciado en una isla donde no había árboles con los que construir casas ni barcos. Erik debía acompañarlo en este viaje, pero justo cuando se dirigían a los barcos cayó de su caballo y se hirió en la pierna. Caerse de la montura antes de emprender un viaje era de mal agüero, por lo que Erik le dijo a Leif: «No estoy llamado a descubrir más países que éste en el que ahora vivo. Aquí ha terminado el viaje, para mí al menos».

Erik regresó a su granja de Brattahlid, mientras su hijo Leif siguió los pasos de Bjarni Herjólfsson, un noruego que años atrás, alrededor de 986, había avistado la costa continental norteamericana, aunque no desembarcó en ella. Leif siguió el trayecto de Herjólfsson y durante su navegación por las costas de la isla de Baffin, la península de Labrador y la isla de Terranova puso nombre a los lugares a los que llegó: Hellulandtierra de las piedras planas»), Markland («tierra de bosques») y Vinland («tierra del vino»), que llamó así por sus vides silvestres.

Leif «el Afortunado» –sobrenombre que recibió por haber rescatado a quince náufragos noruegos en su viaje de vuelta a Groenlandia– regresó justo unos meses antes que su padre Erik muriese de una epidemia, dejándolo al frente de su granja en Brattahlid. Las sagas recogen hasta tres expediciones groenlandesas más a Vinland, cuya colonización resultó inviable por la hostilidad de los nativos.

En el gélido norte

Los vikingos groenlandeses no sólo se arriesgaron a navegar hacia el desconocido oeste. También emprendieron viajes de exploración y para cazar animales marinos a lo largo de la costa occidental de Groenlandia. Cruzaron en numerosas ocasiones el círculo polar Ártico, a 66º de latitud norte, y muy probablemente llegaron hasta los 79º de latitud norte, a sólo 1.125 kilómetros del polo Norte. En un yacimiento arqueológico situado a esa altura se han encontrado numerosos objetos nórdicos, entre ellos restos de cota de malla, un cepillo de carpintero y remaches de embarcaciones.

La Groenlandia vikinga

Los vikingos se instalaron en dos colonias: la oriental (al suroeste de la isla) y la occidental (más al norte y próxima a Nuuk, la actual capital de Groenlandia). Se han hallado más de 80 granjas en el asentamiento occidental y unas 400 en el oriental; en conjunto, pudieron acoger entre tres y cinco mil personas.

Nórdicos en Terranova

Nórdicos en Terranova

Viviendas de madera y tepe en L’Anse aux Meadows, el único asentamiento vikingo que se ha descubierto en Terranova, más allá de Groenlandia.

Foto: Rolf Hicker / Corbis / Cordon Press








Pero los nórdicos no tardaron en darse cuenta de que los únicos animales que podían sobrevivir en aquel país eran las ovejas y las cabras, debido al clima extremo y a la fragilidad y pobreza del suelo y la vegetación.







Pero el ingenio no podía suplir los escasos recursos de la isla y los colonos dependían económicamente de Europa. Los nórdicos permanecieron en la isla durante casi cinco siglos, hasta que finalmente desaparecieron de allí por causas que son motivo de controversia.

Las granjas estaban emplazadas en lugares propicios para la agricultura y la ganadería, como el interior de los fiordos, y en la mayoría de los casos se encontraban lejos de la costa. Los vikingos empezaron criando patos, gansos, ovejas, cabras, cerdos, vacas y caballos, y en las granjas se producía leche, mantequilla, queso y lana. Los animales solían pastar entre mayo y septiembre; luego eran trasladados a los establos donde pasarían el invierno, alimentándose del heno plantado en primavera y recogido en verano.

También cazaban focas, ballenas, liebres árticas y caribúes para su sustento.

Dada la escasez de madera construían sus casas con tepe (césped), piedra, madera que las olas arrojaban a la costa o que recibían de Europa, colmillos de animales marinos y cornamentas de animales terrestres; y recurrieron a una piedra dura local, la esteatita, para fabricar recipientes con los que cocinar.

A cambio de hierro y madera, enviaron al continente pieles de foca, lana de oveja, dientes de narval y marfil de morsa (que sustituía el de elefante, muy difícil de conseguir), así como osos polares y halcones gerifalte vivos. Cada año, barcos procedentes de Islandia y el norte de Europa viajaban a Groenlandia, que durante un tiempo dependió de Noruega.

Una desaparición enigmática

No se sabe con certeza qué motivó el abandono de la colonia. Se cree que obedeció al enfriamiento del clima, iniciado hacia 1300; y aunque los colonos cambiaron la dieta alimenticia de granja por los recursos marinos, ello no evitó que acabaran por extinguirse. También se ha sugerido que el fin de la colonización se debió a la sobreexplotación de los recursos existentes –al deterioro medioambiental provocado por la práctica de la agricultura y la ganadería–.

Arte vikingo

Arte vikingo

Placa en hueso de ballena procedente de Noruega. Siglo IX. Museo Británico, Londres.

Foto: E. Lessing / Album






Pero se han apuntado otras muchas causas, como la peste negra, que habría llegado desde Europa; los posibles conflictos con balleneros vizcaínos (de cuya presencia en Groenlandia dan testimonio los gorros de borgoña usados por los vascos y encontrados allí); los ataques de piratas ingleses y germánicos; la caída del precio del marfil de morsa cuando las cruzadas facilitaron el acceso al marfil africano y asiático, o el monopolio del comercio con el exterior por parte de Noruega. Algunas historias de los inuit o esquimales groenlandeses hablan de conflictos armados entre los tres pueblos presentes en la isla: los thule (ancestros de los inuit), los dorset y los vikingos, y que tal vez contribuyeron a la desaparición de estos dos últimos; pero tal hipótesis carece de consenso.

La colonia occidental quedó despoblada hacia 1350, y el establecimiento oriental probablemente fue abandonado un siglo después. Las últimas noticias escritas de este asentamiento que llegaron a Europa datan de 1408, cuando el capitán Thornstein Ólafsson y una joven llamada Sigrídur Björnsdóttir se casaron en la iglesia de Hvalsey el 14 de septiembre de aquel año. Al desaparecer los vikingos y también –un siglo antes– el pueblo dorset, los únicos habitantes que quedaron en Groenlandia fueron los miembros de un tercer pueblo: los thule, llegados de Alaska, cuya evolución cultural daría paso a los inuit. Cuando, en 1586, el navegante inglés John Davis llegó a la bahía de Disko, al noroeste de Groenlandia, vio cómo «la tierra y el agua, con todo lo que contenía, pertenecía a los alegres y resistentes esquimales».

La historia de los nórdicos en la Tierra Verde había llegado a su fin.

Para saber más

Una colonia vikinga en Groenlandia. Jean Olivier, Edouardo Coelho. Mensajero, 1990.
El mundo de los vikingos. Richard Hall. Akal, Madrid, 2008.
Saga de los groenlandeses. Saga de Erik el Rojo. Edición de Antón y Pedro Casariego. Siruela, 2010.