Gudea de Lagash

Soberano de una de las ciudades más poderosas del antiguo Sumer, Gudea dejó un gran legado de construcciones, entre las que destaca el templo dedicado al dios Ningirsu

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Foto: FRANCK RAUX / RMN-GRAND PALAIS

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Un monarca devoto

Gobernador o ensi de la ciudad-estado de Lagash, Gudea se representa a menudo en actitud orante, con las manos cruzadas delante del pecho y tocado con un casquete (tal vez de lana). Museo del Louvre, París.

Foto: ADOC-PHOTOS / ALBUM

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La antigua Girsu sale a la luz

Entre 1877 y 1933 se sucedieron en Girsu (la actual Tello) veinte campañas arqueológicas. Arriba, la misión llevada a cabo desde  1931 hasta 1933 por el arqueólogo francés André Parrot.

Foto: BPK / SCALA, FIRENZE

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Clavo de fundación

Uno de los muchos que llevan el nombre de Gudea. Museos Estatales, Berlín.

Foto: E. LESSING / ALBUM

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Vestida para la corte

La mujer bajo estas líneas, en actitud de oración, va vestida con el chal sumerio, prenda que se colocaba sobre el vestido; era típico de las clases altas.

Foto: SCALA, FIRENZE

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El pastor de su pueblo

Estatua de Gudea en pie y sosteniendo un vaso manante. Museo del Louvre, París.

Foto: E. LESSING / ALBUM

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Esfinge

Toro con cabeza humana procedente de Girsu. 2140 a.C. Museo del Louvre, París.

A lo largo del III milenio a.C., el país de Sumer estaba compuesto por una serie de ciudades independientes gobernadas cada una por una dinastía propia. Algunas de ellas ejercieron una cierta hegemonía sobre el resto, como Uruk y Kish, que sin embargo entraron en declive desde mediados del milenio. Fue entonces cuando la llamada primera dinastía de Lagash (2450-2300 a.C.) se erigió en la gran potencia del sur de Mesopotamia. Y aunque la ciudad cayó bajo el dominio del Imperio de Acad –que rigió la región entre los años 2335 y 2150 a.C., aproximadamente–, luego renació con la llamada segunda dinastía de Lagash, formada por trece gobernantes. Entre ellos brilló con luz propia Gudea. Sus dominios comprendían, además de Lagash (la actual al-Hiba), las ciudades de Girsu (actual Tello) y Nina-Siraran (actual Zurghul), así como un gran número de aldeas y caseríos que se conocen a partir de la documentación administrativa cuneiforme. En total abarcaba un territorio de ochenta kilómetros de norte a sur y unos cuarenta de este a oeste, con una superficie total de tres mil kilómetros cuadrados.

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El nombre de Gudea, que significa en sumerio «el que fue nombrado», lo recibió con toda probabilidad el monarca con ocasión de su entronización. A pesar del ingente número de artefactos e inscripciones referidos a él que conservamos, no se sabe mucho sobre su vida. Se le atribuyen al menos veinte años de reinado, desde 2141 a 2122 a.C. Según la costumbre mesopotámica, los años no se designaban mediante números, sino con nombres, es decir con frases que aludían a los eventos más significativos que habían tenido lugar durante el año. Así, el primer año de su gobierno se llamó «año en que Gudea se convirtió en ensi [gobernador]», y el último de que se tiene noticia sobre él fue el «año en que fue construido el templo Ebagara». Gudea contrajo matrimonio con Ninalla, hija de su predecesor Ur-Baba. Se le conoce una segunda mujer, con el nombre de Nininimagina; no obstante, faltan datos que determinen si fue ésta su primera esposa y Ninalla la segunda o si tuvo dos mujeres al mismo tiempo.

Legislador y arquitecto

Gudea es muy conocido por las veintidós estatuas de diorita que lo representan como soberano de Lagash, y que hoy se conservan en su mayoría en el Museo del Louvre, en París. La diorita, una piedra oscura y difícil de esculpir por su dureza, fue importada del golfo Pérsico, probablemente del actual Omán. Las características de este material explicarían la apariencia desproporcionada de estas representaciones de Gudea, que lo muestran con un cuerpo rechoncho y achatado.

Casi no hay constancia de campañas bélicas durante su reinado, pero sí parece que Gudea logró preservar la independencia de su Estado frente a los guti, un pueblo nómada originario de los montes Zagros que durante sesenta años, tras la caída del Imperio acadio, asoló el sur de Mesopotamia. No sabemos si lo logró por simple fortuna o pagándoles un tributo.

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Shamash, el dios del Sol, era también el dios de la justicia, por lo que era adorado por los reyes. Estatua de terracota realizada hacia el 1900 a.C. Museo Británico, Londres.

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Por otro lado, las inscripciones conservadas de su reinado insisten en destacar la preocupación de Gudea por la justicia social. En esos textos se dice que durante el tiempo que duraron las obras del templo Eninnu –el principal santuario de la ciudad de Girsu, dedicado al dios Ningirsu– reinaron en la ciudad la armonía, la justicia y la misericordia. Consta asimismo que Gudea condonó las deudas a los pobres, se preocupó de la manutención de las viudas y los huérfanos, liberó a los siervos de su servidumbre económica, introdujo nuevos días festivos y celebró diversas fiestas. Reflejen o no estas descripciones la actuación real del soberano, lo que sí es cierto es que Gudea fue el primer gobernador sumerio en subrayar estos asuntos largamente y con detalles que no aparecen después en otros textos.

Pero Gudea destacó sobre todo por su afán constructivo. No es casualidad que, de todos los reyes de Lagash, sólo él fuera representado con los atributos de un arquitecto. Se conservan más de sesenta fragmentos de estelas monumentales e innumerables clavos de fundación –pequeñas esculturas de arcilla o bronce– con textos inscritos que indican que Gudea fue uno de los ensi sumerios que más templos renovó y construyó. Dos de sus inscripciones más prolijas, inscritas en dos grandes cilindros de arcilla (los llamados cilindros A y B), contienen descripciones arquitectónicas únicas y evidencian una terminología constructiva tan técnica que sólo se puede explicar por el gran interés mostrado por Gudea en este tipo de materias.

El gran proyecto de Gudea

Entre las iniciativas de restauración llevadas a cabo por Gudea destaca la del complejo de templos de la ciudad de Girsu. A mediados del III milenio a.C., los reyes de Lagash mantuvieron guerras constantes con el Estado vecino de Umma para hacerse con el control de unas tierras muy extensas y productivas, y durante el conflicto Lugalzagesi de Umma destruyó parcialmente la ciudad sagrada de Girsu. A pesar de que Ur-Baba, predecesor de Gudea, había emprendido labores de renovación y reconstrucción, fue el propio Gudea quien llevó a término la restauración del conjunto.

El sur de Mesopotamia carece de madera y piedra para la construcción, siendo la arcilla la materia prima por excelencia del país

Dentro de este gran complejo, el elemento más importante y el más cuidado por Gudea fue el llamado Eninnu. En las inscripciones se explica el empeño y esfuerzo del rey por conseguir el costoso material de construcción. Hay que tener en cuenta que el sur de Mesopotamia carece de madera y piedra para la construcción, siendo la arcilla la materia prima por excelencia del país. Para erigir y decorar un templo digno de Ningirsu, Gudea importó cedros del Líbano, bojes y enebros de los Zagros y el Tauro, maderas exóticas de países lejanos como Magán, Meluhha y Dilmun, en la India y Omán actuales, así como cobre, plata, oro, alabastro y cornalina.

El Eninnu constaba, según las inscripciones, de hasta 52 monumentos distintos. Albergaba el templo de Ningirsu–el llamado templo Águila Blanca (é-anzu-babbara)– y el de su esposa Baba, el Etarsirsir, término cuyo significado aún se desconoce. Es muy probable que también sus hijos Igalim y Shulshaga tuvieran templos pequeños o cellas en el recinto, que, según los arqueólogos, debió de cubrir una superficie de aproximadamente cinco hectáreas.

Gudea fue sucedido en el trono de Lagash por su hijo Ur-Ningirsu, al que a su vez sucedió su hijo Pirigme. Se cree que luego la ciudad perdió su posición hegemónica, seguramente en beneficio de Uruk, que bajo el rey Utukhegal dominó todo el sur de Mesopotamia y logró la expulsión definitiva de los guti, los «dragones de la montaña», que durante décadas habían planeado como una mortífera amenaza sobre todo el país de Sumer.

Para saber más

Los mesopotámicos. Jean Claude Margueron. Cátedra, Madrid, 2013.
Los diccionarios de las civilizaciones: Mesopotamia. Juan Vivanco (trad.). Electa, Barcelona, 2006.
Himno al templo Eninnu. F. Lara Peinado (editor). Trotta, Madrid, 1996.