Fruto de una conspiración

El asesinato de César en los idus de marzo

El 15 de marzo del año 44 a.C. Julio César, uno de los emperadores romanos más famosos de todos los tiempos, cayó asesinado en el Senado víctima de una conspiración.

Julio César

Julio César

Retrato de Julio César realizado en mármol, procedente de Egipto.

Foto: Gtres

A finales de septiembre del año 46 a.C., a lo largo de casi dos semanas, Julio César celebró en Roma su éxito en cuatro guerras libradas en los años anteriores: en las Galias, en Egipto, en el Ponto y en África. Cubierto con un manto púrpura bordado en oro recorrió la ciudad de Roma montado en una cuadriga y acompañado de varios carros que exhibían al pueblo el cuantioso botín conseguido. Nunca se había visto en Roma una celebración tan grandiosa como aquella.

Casi dos años después, el 15 de marzo del año 44 a.C. cayó asesinado en el Senado, víctima de una conspiración orquestada por un grupo de senadores opuestos a sus ambiciones autocráticas. Cayo Casio, Marco Junio Bruto, Décimo Junio y un grupo de más de sesenta personas, los llamados Libertadores, materializaron su funesto plan, durante los idus de marzo, cuando César se hallaba junto a la estatua de Pompeyo, a quien, paradojas del destino, había derrotado cuatro años atrás en la batalla de Farsalia, en Grecia. Tilio Cimbro y Servilio Casca le asestaron los primeros golpes, a los que siguieron varias puñaladas que acabaron con su vida.

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En octubre de 2012, un equipo hispano-italiano dirigido por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) anunció el hallazgo del lugar exacto donde fue apuñalado Julio César, en el centro del fondo de la Curia de Pompeyo, en el Largo di Torre Argentina, una plaza muy transitada del centro de Roma.

Augusto, el hijo adoptivo y sucesor de Julio César, señaló el lugar en el que se cometió el infame asesinato mediante una estructura de hormigón de tres metros de ancho por más de dos metros de alto. El complejo arqueológico fue descubierto a finales de los años veinte, durante el gobierno de Mussolini, y desde entonces ha servido de refugio para una gran parte de los gatos callejeros de Roma.